viernes, 25 de noviembre de 2011

Ensayo teoría

1
Tomaremos la novela "La pesquisa" y la diseccionaremos usando el concepto de focalización, pero como en literatura es muy difícil fragmentar y no se puede hablar de un concepto sin mencionar otro, aunque sea a la pasada (pienso, por ejemplo, que no se puede hablar de escritor sin lector; de hecho, ahora, mientras esbozo este primer manuscrito cumplo ambos roles.)
Tomé focalización porque es un concepto amplio que en ocasiones está al servicio de otros conceptos; este fragmento de "El sur" es un ejemplo de eso:
"algo en la oscuridad le rozó la frente, ¿un murciélago, un pájaro?"
En este caso la focalización está al servicio del oscurecimiento de la forma (concepto formalista), el autor quiere escondernos algo, quiere tornar misterioso un objeto cotidiano, contagiar al lector el espanto de un hombre. El misterio en lo cotidiano, el espanto de un hombre, lo que se nos oculta forma parte del género fantástico.
Vargas Llosa habla del dato escondido, ejemplifica con la novela de Hemingway "Fiesta"; en esta novela se nos esconde el pasado, el origen de un romance. Considero que se logra esconder un dato (dar todos los datos sería imposible y además convertiría a las novelas en biografías detalladas, fichas técnicas, etc.) Retomemos: se logra esconder un dato gracias al recurso de focalización subjetiva, desde el foco de un personaje inserto en ese universo diegético, o como dice Patriica Highsmit de soslayo. El recurso se pone al servicio de lo que se quiere mostrar y de lo que se quiere esconder, vemos una porción de la historia, del universo, del personaje, la otra la intuimos, la desciframos... cualquier obra es un ejemplo de esto, pero se me ocurre que un buen ejemplo puede ser el cuento "Un buen día para el pez platano", conocemos al personaje (Seymour Glass) por lo que su novia y la madre de su novia dicen de él durante una charla telefónica, en una habitación de hotel, después lo vemos pálido, tomando sol y llevando a una niñita a nadar al mar. Sabemos que estuvo en la guerra, que jugó peligrosamente con un coche enorme... el resto es misterio. Completar lo no dicho es uno de los placeres de la lectura.

2
Iniciemos la disección...

"Allá, en cambio, en diciembre, la noche llega rápido."

Así como Tolstoi usa un caballo y no un agente inmobiliario para desnaturalizar-desautomatizar-describir la propiedad privada Saér usa un narrador que está del lado de acá para describir el lado de allá; Saér es un descriptista, escribe para mostrar (para recuperar el tiempo y los lugares perdidos), Saér no escribe, D-escribe.
Los agentes inmobiliarios no se asombran, no se fascinan con la propiedad privada; si a un caballo le pidiésemos la descripción de un establo, esa descripción duraría dos lineas, porque para el caballo es natural y cotidiano. Si la acción de una novela de Saér se diera en un establo entonces el narrador sería un agente inmobiliario..., Saér necesita narradores que se sorprendan un poco con el lugar y el tiempo en el que están sucediendo las cosas. Necesita de narradores que puedan resaltar el color local.
De hecho tiene un relato cuya acción transcurre en una villa miseria de Buenos Aires, y el narrador es un rosarino que lo perdió todo, esta condición de nuevo pobre permite al personaje describir como un ritual extraño el acto de llevar una taza entre las manos y pedir al vecino un poco de azúcar.

3

"El cuadro vivo que se movía allá abajo..."
"La contradicción con las promesas de los dioses"
Y más adelante notamos que el narrador conoce la opinión de Morvan acerca de su trabajo, y además la opinión de los colegas de Morvan. Intuimos una especie de narrador omnisciente, omnipresente... el narrador también sabe hasta donde podría haber llegado Morvan en jerarquía de haber participado en política. Tenemos un narrador capaz de ver el paisaje como desde una toma aérea, de ver a la gente sin nombre ni identidad, a los hechos de la ciudad sin causa ni efecto; mira desde el cielo gente que carga paquetes como quien mira hormigas llevando palillo... Borges habla de un dios que crea el mundo para distraerse de su tedio eterno, un dios así parece ser el narrador; pero a continuación ese ojo baja, mira el cielo amenazante, se humaniza usando la expresión "como se dice". Entra en la intimidad y en los pormenores de un matrimonio que se derrumba (el de Morvan), conoce las opiniones de los colegas de Morvan acerca de la labór de Morvan. Y sabe que hubiera sido de Morvan si hubiese participado en política.
Podríamos pensar que el narrador es el dios de Dostoievsky combinado con el imaginativo dios de Bradbury (ese que en "las maquinarias de alegría" enfoca la casa del protagonista desde una especie de satélite.) pero no... la expresión :"como se dice, nieve." humaniza, y no solo humaniza al narrador sino que lo ubica en una región del mundo, región en la que la nieve no es frecuente. No se trata, entonces, de un dios sino de un tipo, un tipo con una variedad de inteligencias, de esas inteligencias que se descubrieron ahora: intrapersonal, interpersonal, visual....
No acierta ni adivina, conjetura porque sabe, es un conocedor de la conducta humana y del clima parisino.

4

"Al odio, el crimen le basta, de modo que el ritual privado que desplegaba estaba más allá del odio, en un mundo contiguo al de las apariencias en el que cada acto, cada objeto y cada detalle, ocupaba el lugar exacto que le acordaba en el conjunto la lógica del delirio, únicamente válida para el que había elaborado el sistema, el intraducible a cualquier idioma conocido."

El narrador -digamoslo de una vez: Pichón Garay- pudo elegir narrar desde el otro lado, pero esta vez no nos referimos a lo geográfico, sino a otros dos lados: la ley y el crimen.
Podemos decir que escoge el lado de Morvan por las mismas cuestiones que lo llevan a elegir narrar desde el lado de acá la vida parisina; para el asesino el hecho de matar viejitas es natural, el asesino está automatizado. Pero también podríamos decir que para Pichón (y acaso para Morvan) el asesino es un artista. Y la vida del artista nunca está a la altura de su obra, es una verdad y una necesidad, no hay biografía que este a la altura del arte. Pichón mismo puede ser hombre de vida rutinaria, y eso, ese tedio es lo que alimenta su arte de narrar. Tal vez la vida del asesino sea otro tedio, pero su obra y el silencio que la rodea permite a Pichón y a los oyentes pensar, sentir que el asesino puede no ser humano.
En algún ensayo Borges dice que en el policial el misterio vale más que la solución.
A mucha gente le gusta pensar en que llevó a Poe a escribir "El gato negro", qué pesadillas, qué tormentos lo llevaron hasta ahí. Sospecho que la solución de ese misterio es tan simple como la solución a la carta robada, pero el misterio, la busqueda es lo que nos apasiona, lo que nos conmueve. Por esto Pichón, que sabe, elige el lado del publico y no el del artista.

5

Pichón lanza hacia Tomatis una mirada discreta, denota por parte de Taomatis una especie de insensibilidad...

"...no únicamente lo que cada uno sabía de sí mismo, sino también lo que sabía o imaginaba o presentía del otro."

"En su tentativa intermitente y discreta de auscultarlo, con una mezcla de curiosidad y de solicitud, Tomatis no ha logrado obtener gran cosa..."

Tres puntos de vista en un tramo corto: el de Pichón, seguido de algo así como un punto de vista mutuo (u omnisciente), y después el punto de vista de Tomatis.


Escribe Boris Vian en el prefacio a "La espuma de los días"

"...y toda la fuerza de las páginas de demostración que siguen procede del hecho de que la historia es enteramente verdadera, ya que me la he inventado yo de cabo a rabo. Su realización material propiamente dicha consiste, en esencia en una proyección de la realidad..."

Con esta declaración se saca de encima toda obligación de objetivismo, de punto de vista rígido... Saér no lo escribe, pero se muestra conocedor de cada gesto de Pichón y de Tomatis. Con eso nos dice: "Son mis personajes, los conozco mejor de lo que me conozco a mi mismo, conozco hasta el porqué de sus actos inconscientes."
Sabemos entonces qué, quien cuenta en presente, a la manera de un guionista, es el propio Saér, sin artificios; no se impone la rigidez del punto de vista, tampoco sus limitaciones, no lo sostiene por capítulo, tampoco se impone la disciplina del objetivismo. Así como en la primera parte veíamos a Pichón contando la historia en algún bar, a un grupo de amigos, ahora vemos al propio Saér, sentado en su silla, cerrando los ojos para visualizar con más fuerza la escena, para intuir mejor a sus personajes, manipulando el sueño.
Porque al fin y al cabo "la literatura no es otra cosa que un sueño manipulado".

sábado, 5 de noviembre de 2011

Kuorum volvió de su vuelta al mundo.

La voz de Dafne estaba grabada en el contestador de Nicolas: "No tenemos donde reunirnos. Kuorum la quemó en el viaje y tuvo que vender el departamento; Y la madre no le piensa prestar la casa para una reunión...," Nicolas aceptó poner el departamento.
Kuorum ocupó el sillón de Rivadavia. Los que entraban no lo veían hasta que se cerraba la puerta..., y si abrían muy fuerte lo golpeaban.
¡Kuorum! ¿qué se cuenta? Encogimiento de hombros, sonrisa. Se formó un circulo en torno a la mesita ratona.
- Kuorum,- dijo Nicolás- la otra noche descubrimos al ladrón de las colillas...
- Ah, ¿sí?
- Jo Lo Ar se los lleva al alfeizar de la ventana...
- Alfeizar...,
- Sí, la parte de cemento, donde se apoyan las macetas en la ventana. Los come o los entierra en la maceta. Encontramos como quinientos puchos...
Ponían al día a Kuorum.

Se turnaban para atender el portero.
- Primo se juntó- dijo Dafne- con una universitaria...el tipo se sentaba en la plaza. Se la daba de bohemio; a la hora que la mina pasaba él estaba con un libro.
- ¿Sabe leer?
- Un día- dijo Valleca- lo vi en esa actitud, estaba en la plaza, con un libro y una boina el muy hijo de puta; me acerqué y traté de leer el título..., lo tenía al revés...
- Pero después se puso a leer de verdad- dijo Nicolás.
Valleca fue por cervezas, habló en el camino:
- Nos reunimos acá y él lee, todos charlando, jugando y él leyendo.
- ¿Cuál es el libro que está leyendo ahora?.- preguntó Dafne.
- El del profesor de secundaria que empieza a mirar con ganas a un nene de 14.- Dijo Valleca.
- La muerte en Venecia.- dijo Nicolás.- ¿Estuviste en Venecia?
Kuorum asintió.
- ¿Y?
- ¿Y qué? No murió nadie. Qué se yo.
El portero, todos se sentían un poco tontos atendiendo y los que hablaban a la chapa también se sentían tontos.
- Es Primo... cambien de tema.- dijo Dafne.
Al rato Primo entró con el libro.
- ¿Lees una hoja por día?- Preguntó Valleca.
Ignorando a Valleca, Primo le habló a Kuorum y lo hizo así:
- ¡Kuorum! ¿Cómo estuvo esa vuelta?
- Bien.
Más Primo esperaba algo más por respuesta. Pero Kuorum:
- Bien,¿qué querés que te diga? Nada de otro mundo.
Dos empanadas después y al oír el silencio de Kuorum, Primo se fue a un rincón a terminar su libro.
Valleca no quiso empanadas, había comido en un tenedor peruano.
- No quiero empanadas, comí en un tenedor peruano. Leí algo en la puerta del baño...
- ¿En el de las mujeres también escriben?
- No sé, nunca comparé. Decía: Puto el que lee/ recontraputo el que sigue leyendo.
y después: tire agua/ no deje al argentino flotando...
- No empieces con tus cosas, Valleca.
- No lo escribí yo, no soy poeta de baño.
- ¿Qué piensan de nosotros en otros países, Kuorum?
- No, nada especial.
Valleca miró a Primo, que iba por la última página. Al terminarla dio la vuelta, pero se encontró la hoja en blanco..., levantó una ceja. Releyó la última página. NADA.
Sonó el portero automático.
- Debe ser hemi...- dijo Valleca desde el portero.
- ¿Emi?- Preguntó Kuorum.
- Hemi, con H, es David.- Dijo Primo.- Valleca le dice Hemi.
- ¿Y porqué Hemi?
- Con minúscula.- Dijo Nicolás.
Entró David...
- Shaludame deshte lado, el otro está un poco inshenshible.- dijo, se secó la saliva del mentón.- Preshión, hermano.
Alguien preguntó a Kurum: ¿Cómo estuvo Irlanda?
- ¿Irlanda?
- Sí, si estuviste en Irlanda.- Preguntó Dafne.
- Ah, sí.
- ¿Qué tal eshtuvo?
- Lindo. Lindo.
- ¿Mujeres?- preguntó el lector que se había dado por vencido con el libro.
- Un par..., sí. Bien.
- ¿En Grecia estuviste?
- Sí, pero no me encontré con Zorba.

Le sacaron el polvo al Nintendo y se pusieron a jugar Wonder boy, la versión con dinosaurios. El chico comía frutas, entonces a Kuorum le preguntaron por lo culinario en el mundo.
- Se come.- Respondió Kuorum.
Nicolás, David, Valleca y Dafne formaron un grupo, Kuorum otro.
- Yo siempre me sentí discriminado- Dijo Nicolás- cuando era chico siempre iba a la plaza y estaba lleno de pobres, y a mi para pobre no me daba..., mirá mi aspecto. Un día fui con un vaso de plástico a pedir chocolatada. Una chocolatada toda aguada, pero la quería. El tipo que tenía el cucharón me dijo: "Esta leche es para los pobres, nena." Yo usaba el pelo largo cuando era chico. Y para rico tampoco me daba, pero creo que los de plata me aceptaron un poco más.
- Yo- Dijo Valleca-... a mi me duele mi mamá. Yo no he tenido problemas con eso, pero me acuerdo de la vez que mamá se acercó a la pintora de la Boca...
- No cuentes eso...- Dijo Kuorum desde el sillón.
- Se acercó a la pintora y la hija de puta la despreció. Mamá pintaba en hojas Kanson, siempre hacía paisajes hermosos con tempera...- Valleca se cubrió la cara- y la pintora de mierda la despreció adelante de nosotros. A mamá le dio mucha verguenza, se puso colorada. Mamá le dijo: Yo también pinto...
- Basta, Valleca- dijo Kuorum.- ¿qué ganás con eso?

David miró la ronda y se decidió a contar algo:
- Dice mi psicólogo-taxista que lo que me provocó esto..., fue una cosha que me pashó cuando era chico. Ibamos solos con Kuorum, en Monopatín tín tín, no andaba nadie por las calles de Lujan...
- ¿Y eso que tiene que ver?- dijo Dafne- parece la narración de un psicótico, ¿que tiene que ver el monopatín con Lujan?
- Que con Kuorum ibamos por Lujan. Llegamos a una esquina de empedrado y vimos un Duna rojo con la puerta trashera abierta- succionó saliva.- Una mujer en el suelo, un tipo con la rodilla encima del pecho de la mujer.
Lo representaron, Dafne se acostó en el suelo, David le puso la rodilla en el pecho y levantó un puño.
- Le estaba machacando la ... ca...ra. - Dijo David.
- ¿Qué estás contando?- Preguntó Kuorum, jugaba wonderboy...pero miraba la escena de refilón.
- Con Kuorum nos quedamosh clavadosh, el tipo shacó una Beretta y nos empezó a correr..., nunca supimosh que pasó con esa mujer.
- A lo mejor mientras los corría a ustedes la mujer tuvo tiempo de escapar.- Dijo Dafne.

Hicieron un concurso de eructos que Primo ganó con un pedo, desde el baño gritó: "sino sale por arriba tendrá que salir por abajo". David protestó, "el eco del inodoro ayudó" Dafne eructó.
- Con eso ganas un concurso de eructos en la Ruta 66...
- ¿Sabés quien gana todos esos concursos?- Dijo Valleca- Madonna.
Valleca intentó superar a Primo.
¡¡¡WOW!!! Corearon y Valleca corrió al baño.
- ¿Anduviste por la ruta sheshentaisheish? ¿Cumpliste el sueño de Pappo?
- ¿Qué es esto, un cuestionario?- Dijo Kuorum.

***********************************************

- Lo mejor cuando ves venir tres o cuatro monos de frente- Dijo Primo- es meter la mano en la campera, como si tuvieras una Luger.
- No- dijo Kuorum. Caminaban por las calles de Balvanera, Once desierto, nocturno. Escuchaban voces y la percusión de tachos.- Ese no es muy buen recurso. Lo mejor es hacerse el tullido... no te sientas tocado- le dijo a David- imitó un brazo entumecido.- Te tienen más piedad. Y si igual te atacan sorprendés con la mano entumecida. Le das ahí ¡¡¡¡¡¡BUM!!!!!
Pasos atrás, "Ey, amigo", "¡No corran, muchachos!", "aceptamos cualquier cosa: billeteras, mp3"
Uno de campera de cuero le dio un empujón a David; asustado Nicolás soltó un pedo...,
- ¡Dame las zapatillas!- dijo el de campera de jean a Kuorum.
Kuorum usó su presunto brazo inútil y le partió la boca al ladrón. El segundo le dio un palazo en la espalda a Kuorum, pero Kuorum lo soportó, Nicolás colaboró y pudieron apoderarse del palo... unos segundos después los tres ladrones estaban apilados en el suelo. Kuorum se subió a la baranda de la boca del subterráneo, como un luchador que se sube a las cuerdas de un ring..., se golpeó el pecho, gritó a la luna..., los ladrones seguían ahí, en el piso... Kuorum los midió, procuraba caer sobre ellos. Dio un gran salto...

domingo, 17 de julio de 2011

1942



un jardinero apodado Bubba gastaba parte de su sueldo en 1942.



Terminado el trabajo se iba al video juego del centro de la Reja y se ponía a jugar 1942.


No hablaba con nadie; jugaba 1942.

Dig Dug



El robot iba por abajo de la tierra. Los enemigos lo esperaban con los ojos bien abiertos, atentos, agazapados.

Con una manguera los inflaba hasta hincharle los ojos y hacerlos explotar.

Sin piedad.

martes, 12 de julio de 2011

etc

¿Son cañerias? ¿son hombrecitos? ¿dónde están? ¿qué es eso? ¿que emoción te provoca todo ese sueño? me provoca la sensación de límites. de miedo y placer, de algo oculto... No sé, es dificil. también sueño con que busco un video que contenga el sueño y eso es un grado menos complejo. ahora, mientras escribo, tengo una sensación de angustia, quiero contarte algo que ni siquiera yo entiendo. lo peor, o no sé si es lo peor, es que yo tampoco lo quiero entender, quisiera hacerlo oralmente; hablarlo, porque la mente, etc.
es dificil contar ese sueño. lo percibo conectado con un día, porque yo ese día jugaba jugué dragon ball z. un video juego con unos muñequitos muy chiquitos, pero definidos, que volaban. cuando lo cuento, se lo conté a Camilo, mi hermano... cuando lo cuento me siento privilegiado por tener un sueño tan revelación. no se lo quiero contar a mi analista. se que el sueño tiene que ver conmigo, pero dos más dos es igual a cuatro, no identico a cuatro. el sueño es mamá, el el miedo a los 30, etc. pero.
es un remolino, son cañerías subterraneas, pero.
quiero abrir mis esquemas, tengo el pulso vacilante y voy a graficar mi sueño. pero. una variante de mi sueño; un poco simplificado, un poco reducido, creo que son cañerías, cloacas.
es una suerte de desierto en esta ocasión.
((((((((((((((((((())))))))))))))))))))))
(((((((((((((((((())))))))))))))))))))
((((((((((((((((())))))))))))))))))
((((((((((((((((O)))))))))))))))
yo bien pequeño en esa inmensidad; misterio.
acá la otra variante, y ahora gracias a Dios me escribo para mi. tendría que contar brevemente lo de Sallinger, que durante 45 años se encerró en una cabaña a escribír para él. pero. No. esta es, más o menos, la variante de mi sueño.
y gente muy pequeñita y heroica volando dentro de ese remolino.
son cuevas, nunca me acuerdo demasiado bien; puede que el heroe que vuela en mi sueño tenga orejitas en punta.
piedra abajo, techo arriba, mi heroe tiene que maniobrar el vuelo para no chocar con la piedra ni contra el techo. es una cañería, o un X lugar estrecho. somos todos tan pequeños. la letra debería ser indescifrable, como mi sueño.
el juego que jugué de dragon ball era así:
por equipos, tres por cada uno. peleas en el aire. montañas, no se porqué... sueño y despierto pensando que ese juego es la clave.
ayer vi un tatuaje en televisión, se lo había hecho la hija de un condenado a muerte; tatuada en ambas piernas. gente, pequeñas personitas entrando en tuberías, las mismas pequeñas personitas saliendo por el otro lado del tubo; pero.
en mi sueño nunca salen, siempre están a mitad de camino...


Mis personitas. ¿Estoy entre esas personas? La música de mis sueños tiene que ver con la música de los videojuegos. pero también de escena de transición. en este momento la estoy escuchando. es como si algo fuese a pasar o ya. es una música tensa, o a lo mejor algo pasó y estás son las devastadoras... me persigue, me fascina, es una emoción nueva. un poco se parece a las siguientes cosas.
estoy desesperado por compartír el sueño con alguien.
el sueño también se parece a este juego:

monster in my pocket era un juego sobre pequeños monstruos que andaban por una casa, a veces por las cañerias. WOW, sentí que me acercaba. y la verdad, siento que estoy cerca.

puede que también haya coches, como micromaquinas.
nunca jugué ese juego. lo más cercano hasta ahora, son los monster in my pocket.
¡la agitación con que me despierto después de ese sueño! a veces sueño con que tengo ese sueño, otras sueño que busco un vhs que contenga ese sueño; la emoción no es tan fuerte.
Bubble Bobble es otra de las claves. me quedé jugando a ese juego cuando mis papás se fueron al velorio de mi abuela. acordate de ella, como era cuando jugaba con vos, me dijo mamá. y yo me quedé en casa jugando al Bubble Bobble.
así era el Bubble Bobble y esta imagen se acerca a la imagen de mi sueño:

Está saliendo. Lo estoy limpiando. me viene otro juego: el Ice climber; ese juego también se acerca, pero el Sonw Brothers se acerca más, porque es más lejano y más impresionante el recuerdo. Y, aunque dudo que entre en esto, el adult game. nunca me dejaron jugar a ese juego, nunca conseguí imagenes: una chica que huía, un perro que la protegía, un tipo que quería a la chica. tiene que ver con lo imposible.
a veces sueño que busco juegos en algún puesto. trato de atrapar algo, pero los cassetes se borran cuando los tengo. a veces hay una caja llena de vhs y se que en alguno está el sueño. busco el juego que inspiró el sueño. nunca encuentro nada, ahora estoy teniendo acercamientos. los video juegos son la clave. el snow brothers es el más próximo.
otro, el super mario 3. cuando maté al último cupa, mi hermana, mi espectadora salió corriendo a vomitar. cuando alguien vomitaba yo me tapaba los oidos y canto. Stop. y el lodde runner, y el penguin... lo agarré. penguin, lode runner, otelo, 22 en uno. es el recuerdo más viejo con video juegos.
¿Lo es?
ese es el muñequito del ice climber saltando, casi siempre se caía. tenía que llegar a los pies de ese pajaro. cara de tomate, mostachos italianos, zanahorias y ajíes con caras.
el lodde runner era dificíl, el lodde runner dos, imposible. de nuevo lo imposible.

así, lejanos, es como se ven las figuras de mi sueño.

hoy, es imposible conseguir ese juego.
con la familia, una noche de domingo. mi sueño no tiene atmosfera de noche de domingo. no tiene atmosfera de día conocido. un domingo a la noche jugamos un torneo de juegos de family. era nuestro primer family. se veía en blanco y negro.

Ese es el arabian. jugamos al front line, al ninja. el tipo de arabian usaba un sable. el ninja y el front line se veían desde arriba. el tipo del front line tenía una carabina. al ninja no puedo evocarlo...

la música del penguin era un clásico. estoy arrancando y dando un sueño. puedo silbar la musica del penguin mientras escribo.

el que más puntos hacía ganaba; había otro sobre un mosquito que pinchaba globos. el dig dug trataba sobre un hijo de puta que hinchaba a sus rivales hasta hacerlos estallar. y otro trataba de un tipo que tenía que llegar hasta su casita.
también estaba el popeye;

Brutus/ la bolsa de los mandados/ el agua/ Olivia/ los corazones.
en el torneo de esa noche puede estar la clave psicologica del sueño. en las imagenes de los juegos la imagen de mi sueño. el torneo nunca terminó, era domingo a la noche y al otro día estaban las obligaciones. el objetivo en el milk and nuts era llegar a la casa donde esperaba una enamorada.

ese me da verdadera impresión, el hijo de puta que manejabas en ese juego inflaba a los enemigos con una manguera, hasta hacerlos estallar. ibas por pozos, cababas profundo. en ese juego, en algunos juegos, chocarte con una piedra era trágico.

martes, 17 de mayo de 2011

Una biblioteca

Tengo un libro titulado “La comunicación humana” es de 1970. La solapa está escrita por uno de sus lectores (un nieto de la señora que me lo regaló) : “este libro es una poronga”. Tanta fotocopia, tanto árbol talado, tanto libro al pedo. Mi biblioteca es una vergüenza vergonzante.
No hay dos montañas iguales, sin embargo la llanura. Camino por ese desierto ventoso, encuentro al tipo, de tan grande me da casi miedo, Borges pone una pregunta en mi boca y el gigante me responde con un reproche. Nadie puede leer más de media docena de libros, lo importante es la relectura. Es el cuento, el recuerdo de un cuento. Ese hombre del futuro nos puso en evidencia.
Larsen, mi amigo barbudo, al que tanto le cuesta respirar, dijo el otro día, en la librería de Cristina:
“Cuando venga un tsunami voy a poner los libros en el piso, voy a bajarlos de las estanterías y a ponerlos en el piso.”

Pero hace un mes, viví la vida de otro. Dormí en la cama de otro, usé la computadora de otro, ensucié el pomo de la puerta de una casa que no era la mía. En ese departamento (no esperen que lo señale en la guía T) está la biblioteca ejemplar. Una biblioteca mejor que la nacional, más sabia que la de cualquier profesor de letras, o cualquiera de las bibliotecas acumuladas por generaciones de directores de teatro, poetas, médicos. La más justa de las bibliotecas.
Hace dos días conocí a la dueña de esa biblioteca, la intuí feliz, sabia. Riente.
Era su cumpleaños y gracias a Dios mi novia y yo fuimos desprovistos de regalos. Por suerte no se nos ocurrió un libro. Un solo libro más contaminaría esa biblioteca tanto como la extracción de un volumen. ¿Cuántos libros tenía? Siete, ocho, nueve.
En su biblioteca están: todos esos cuentos que empezaban con había, o érase una vez. La imaginación del hombre nunca llegó tan lejos como la de los hermanos Grimm. Ah, ¿eran compiladores?. La obra completa, o lo suficiente de Oscar Wilde; los cuentos completos- en un solo volumen, casi de bolsillo- de una autora que no pretendo recordar. Leí parte de un cuento de ella; el cuento trataba de una actriz que no conseguía trabajo y se moría de hambre en una piecita de conventillo yankee. Me recordó a O Henry.
La biblioteca de la novia del amigo de mi novia era suficiente, justa. Bastaba. Bibliotecas más grandes nos aumentan el ego, acumulan cucarachas, polvo, párrafos inútiles (¿Qué hace Saramago en mi biblioteca?) nos alejan del pensamiento; de la nada, de la esencial relectura.

sábado, 7 de mayo de 2011

Nota de un lector de este blog:

Ni en pedo vuelvo a entrar a tu blog Rano.
Mirá entre tu aproximación a la literatura, al cine y a cualquier otro objeto estético, y la mía, hay una distancia irreductible.
Vos concebís a esos objetos como un entretenimiento; en ese contexto uno puede pensar que Bergman o Tarkovsky son más aburridos que Stallone, o que esas series de mierda que me recomendás.
Por eso te animás a mostrar la mierda que escribís, porque te entretuviste redactándolas, porque te provocó "goce" hacerlo, utilizando tus propios términos.
Yo pretendo una aproximación un poco más compleja, más crítica, que analice esas manifestaciones artísticas en el contexto más amplio y problemático de la cultura contemporánea.

En fin Rano, me parece que nosotros no podríamos llegar a ponernos de acuerdo en nada, y ni siquiera vale la pena que yo insista en tratar de demostrar que sos un mediocre, porque vos estás muy cómodo y contento siéndolo.
En fin, espero sigas disfrutando de tu condición.
un abrazo sincero.

ARIEL YAPUR

lunes, 2 de mayo de 2011

Gitanas, ladronas, adivinas.

Una mañana mi viejo se tuvo que ir al banco. Nos dejó a mi hermana y a mis solos en casa. Mi tía no llegaba, ella era la que nos cuidaba. Con respecto a ella sentí muchas cosas, durante mi vida; cosas distintas.
Años después de lo que les cuento, pasó que mi tía llamó desde caballito, como pudo llamar desde flores o cualquier otra estación del sarmiento y dijo algo a mi mamá. Algo que no tenía nada que ver con lo que pasaría después, algo sin importancia, como las frases de los sueños. Mamá colgó y fue a casa de su madre, mi abuela. Cuando llegó había un grabador en el piso de la cocina y un poco más adentro mi abuela parecía dormida bajo la ropa de cama. Entendí, con los años que mi tía había sido la primera en verla y que no lo había soportado.
Pero volviendo a ese día en que nos quedamos solos Julia y yo...
Desayunamos salchichas crudas. Pusimos un colchón parado contra la puerta. El silbato del afilador nos daba miedo y teníamos que atrincherarnos.
Ella miró dibujos, no me puedo acordar de la canción de ese dibujo para silbarla.
A eso de las tres de la tarde, decidimos no seguir atrincherados y salir a pelear. Tomamos dos cuchillas, parecíamos dos irlandeses de pandillas de New York. Nos pusimos espalda con espalda en la esquina de casa. Los cuchillos golpeando el piso. Mi hermana miraba toda la cuadra, tenía un panorama más amplio y podía avisarme si venía alguien, en cambio yo tenía que ser rápido y certero si doblaba la esquina una gitana. No dar chances.

En nuestro legajo familiar las maldiciones gitanas, los robos gitanos y Dios existieron, existen.
Cuando mamá quiso destrabar cosas del matrimonio, mi tía trajo una gitana. ¿Saben que? esa gitana nos cuidó durante dos días cuando éramos bebés. Sí, nos hizo de nana.
Una gitana. (Esto fue dos años antes de la tarde de los cuchillos)
Mi vieja dice que la gitana la envolvió, que la mantuvo hipnotizada. Al tercer día mi vieja le pidió a la gitana que le tirase las cartas, y mientras le tiraba las cartas (estaba mi tía presente, ella había recomendado a la gitana) la gitana sacó una navaja y me la puso en el cuello. Se llevó la videocasetera... tan mala era mi conciencia que no me di cuenta de nada. Después mamá le mintió a papá diciendo que la gitana se había llevado la video para arreglarla. ¿Como te creíste eso?
No era bueno decirle a papá que mi tía había recomendado a la mujer que había dejado marcas en mi cuello.
Tiempo después de la muerte de mi abuela me quedé solo en casa y pedí una señal de Norma, las luces bajaron y subieron. Por esos días una maldición gitana provocó a papá una infección urinaria. (Tomen mi consejo: crean en las maldiciones gitanas, en las gitanas ladronas y en Dios. es un buen consejo y es absurdo negarlo.)
Mi viejo le negó un préstamo a una familia gitana y la gitana prometió una maldición, esa misma noche, papá se enfermó.
Me acuerdo que mamá fue a preguntar a mi tía porque no nos había ido a cuidar. Mi tía estaba tomando sol en la reposera, era la mujer más hermosa que conocía por aquellos días y siempre estaba tomando sol y pidiendo cosquillas en los pies. Apoyaba los pies en el caño de la pelopincho y pedía cosquillas en los pies a los que nadábamos.
Pero esa tarde mi tía no quería escuchar el sermón de mamá. Le respondió simplemente: nadie los va a cuidar como yo. Pagame como corresponde y voy.
Al fin y al cabo tenía razón. Ella nos cuidó hasta que un día mamá llegó antes del trabajo. Yo estaba en un jeep, con uno de los personajes de mad max y John Bon Jovi aullaba dentro de casa. Mamá entró y todos los personajes de mad max iban saliendo, uno de bigote me dijo: que feo se enoja tu mamá.
Me queda agradecer a Dios que durante la tarde de los cuchillos ninguna gitana haya doblado la esquina.

jueves, 28 de abril de 2011

La noche del barco

No me acuerdo que hicimos durante el día. Pero a la noche fuimos a comer al puerto. Esto fue en Necochea quequen, comimos en un restaurante vidriado, una picada náutica. Nos costó unos 50 pesos, tenía ranas. A mi me gusta todo, menos los quesos.
El año anterior habíamos caído en la pescadería de un viejo mafioso, que nos estafó. Danuncio, el tipo que nos alquilaba la casa (en Necochea) nos contó que el tipo de esa pescadería tenía unos homicidios encima y además era cafisho.
Me acuerdo de que el tipo nos paró, nos dijo que evisceraba a los cornalitos uno por uno, "que trabajo ¿no?". Y sabía la edad del hijo con años, meses, días, minutos... (Miró el reloj) y segundos. Un gran tipo, pero tenía algunos homicidios. Y nos arrancó la cabeza: 75 pesos una picada. Era el uno a uno, eso era caro.
Pero volviendo al año siguiente, comíamos la picada náutica cuando empezamos a ver las luces de un barco. Faltaban algunas horas pero el barco entraría esa noche. Terminamos integra la picada, no quedaba nada y seguíamos con hambre. Al menos yo. Mis hermanos eran chicos y comían poco.
Fuimos a un puesto de rabas y cornalitos (los cornalitos no estaban eviscerados uno por uno). Valía un peso el cono. No lo podíamos creer, descubrimos el puesto, un poco tarde. Nos quedaban pocas noches para terminar esas vacaciones.
Había un mesero y estaba el matrimonio: ella freía, él atendía. El chico, que no era nada de ellos, traía las cosas a la mesa. Era un puesto de chapa, pintado de coca cola. Mesas de plástico. Las rabas eran mucho mejores que las de la picada náutica, los cornalitos crujían.
Me acuerdo algo de lo que hicimos antes de la salida que les cuento; nos bañamos, claro. Y con mi viejo esperamos a mi hermana y a mi vieja viendo los Simpson.
Mi viejo era un bancario bronceado, pero se sintió feliz charlando con el gordo dueño del puesto, portuario de pura cepa. Y la mujer le explicó a mi vieja como hacer las rabas. Fue una noche un poco cursi, pero estupenda.
Me imaginé cruzando el río a nado.
Nos acercamos a la escollera, y nos sentamos en familia, a ver la entrada del enorme barco finlandés. Mis viejos eran papá y mamá enamorados. El día una isla. Miramos alrededor y con un poco de egoísmo nos alegramos de tener ese espectáculo para nosotros solos. Un poco alejadas las luces del puesto y el mesero plegando y entrando las cosas. Los focos se apagaron y solo quedó la galaxia de luces del barco.
Una parcialidad de la familia quedó en el muelle, pero la mayor parte volvió al Duna.
El tipo que nos cuidaba el coche recibió cinco pesos, era un tipo sacado del cine, en un estacionamiento lleno de polvo, sacado del cine. Y el tipo hizo un comentario digno del cine, tocándose la visera en plena noche.
Desde el coche vimos un marinero con una mochila bajando las escaleras del barco.
Nos fuimos por un camino de tierra, arbustos a un lado y otro del camino y los ojos rojos de una liebre a toda velocidad. Hay noches como esas, se los aseguro.

nota aparte e innecesaria: al año siguiente volvimos al puesto, las rabas eran más caras, el puesto mas concurrido, todo más elaborado. El mesero había cambiado el color de ojos imitando a Maradona. El tipo del estacionamiento estaba acreditado y no parecía un personaje de cine. Años más tarde el puerto de Quequén dejó de tener acceso al público, pero ese es otro cuento.

miércoles, 13 de abril de 2011

Campo

Después de que mamá dejó caer los platos, papá se fue. Y no volvió.
Yo había quedado fijo en la parte de mantenimiento en el peaje. Pensaba comprarme un coche, alquilar un departamento y poner una rectificadora con un socio. Papá no dio más señales, ni giro postal, nada.
Mi hermana empezó a estudiar ¡medicina! ¿O a probar? En el curso de ingreso se puso de novia con un chico que sí parecía tener vocación. Pero de trabajar ni hablaban.
¿Y si por lo menos trabajaran para sus salidas? Pregunté. Estaban en el sillón. Eliana, me retiró la palabra.
Insistí a mamá con el divorcio. Encontrarían a papá y él tendría que cumplir con la mensualidad, pero ella se negó. No quería problemas, ya me voy a conseguir un trabajo, dijo. No quise escucharla más. Con sus quejas a otro lado. Entonces se quejaba con mi hermana cerca de mí. Me acostumbré a todo eso: a un cuñado de chomba negra y raya al medio con vocación de médico, empezando la carrera; a doce horas de trabajo.
Una vez creí que todo se iba a la mierda. Mi cuñado no tenía tiempo para trabajar, pero en sus ratos libres leía Borges, cuando lo contó (durante el asadito del sábado a la noche) mamá lo felicitó.
Yo salí al patio; a ver las estrellas, a fumar.

El lunes me encontré un perro en casa. Era negro con manchas marrones, con ese tamaño no podía cuidar. Una inutilidad.
- ¿Quién lo trajo?
- Siguió a mamá…
- lo traje yo.
Mamá y Eliana estaban en la galería. Eliana se acercó al perro y le puso su pelo rubio como flequillo, me reí.
No tenemos fondo, pero sí un pedazo de terreno. Dos tilos, tierra seca; entre el frente y la reja.
El perro se acercó moviendo la cola. Estornudé.
A la mañana siguiente arreglaba mi bici cuando apareció el novio de mi hermana, iban a cursar. Llamó al perro.

- ¿Por qué no te lo llevás, Manu? – Pregunté.
- ¿Qué querés, que me mate a la siamesa?
Sonrió.
El perro ladró.
Estornudé.

Los síntomas me seguían al trabajo y a la cama: comezón de paladar, irritación en los ojos, resfrío acuoso.
- ¡Es ese perro de mierda!
Mi hermana y su novio estaban en el cine, pero no me hubiera importado hablar así delante de ellos.
- Si te pasás el año estornudando.- dijo mamá.
¡Todo el mundo bosteza y estornuda, pero no cuarenta veces al día!

Con un puñado de alimento Premium, el perro de mierda me seguiría, compré el mejor alimento y el domingo a la noche. Todos dormían. Salí de casa, el perro me siguió.
En la calle no sabía qué hacer. Los perros vuelven de la orilla del río. Los dejás porque sabés que ahí van a tener comida. Basura, alimento Premium les da igual; tienen chicos con los que jugar. Pero los perros vuelven de la ribera. Cambié el rumbo.
Tan poco tenía planeado que aproveché que el perro se metió a un baldío y corrí, ¿ése era el plan? ¿¡Correr!? En seguida, el perro en mis talones. Seguí, me paré agitado. Insulté al cigarrillo.
Sin darme cuenta, estaba en la vereda del edificio donde había vivido de bebé hasta que nació mi hermana. Vivíamos en el piso 14. No tenía un solo recuerdo de ese lugar, ni uno, nada. O a lo mejor sí: una vez entró un murciélago, revoloteó mi cuna… eso me lo habían contado. El perro se sentó, podía darse ese lujo. Estornudé.
Él me esperaba. Lo imaginé corriendo por el campo. Sin rejas, sin dueños cargosos; con otros perros; intentando cazar una liebre; recibiendo sobras de un asado. Cerca del fogón. En el campo hasta de los desayunos sobran huesos. Podía enterrar ese hueso y dormir en el montículo de tierra fresca que se formase.
Estaba pensando en Florencia; vive en Las Heras, tiene una pulpería. Mitad en broma, le había preguntado por teléfono (no nos conocíamos en persona) si necesitaba un empleado.
- Mirá que no es fácil llevar bandejas.- había dicho ella.
- Siempre estoy dispuesto a aprender de cero (no se porque dije algo así)
- Entonces te voy a tener en cuenta.
Lo que sabía de su aspecto era que tenía una nariz respingada, un flequillo a regla. Ojos de gato, eso llegaba a verse en la foto.

Metí una moneda en el teléfono, marqué el número de Florencia. ¡Era la una de la madrugada!. Colgué.
Esperaría sentado en medio del campo hasta el amanecer. La noche se prestaba. Después desde un monte vería el bar.
Perp sino me apuraba iba a perder el último tren. Corrí, el perro me siguió. El tren se avecinaba. Me detuve en el paso a nivel; el perro siguió de largo y me miró desde la mitad de la vía. El tren tocó bocina. Me di vuelta.
¿Y si la alergia me la producían los tilos? ¿O algún polvo del asfalto?

El tren pasó.
El perro ladró.
Estornudé.
Me esperaba en el andén. Nos sentamos. Veía una nuca cargada de rulos al final del vagón y un ciruja durmiendo. El perro se echó a mis pies. Estaba fresco y yo no sentía un solo síntoma.
En los trenes que van al campo pasa el guarda picando boleto y controlando que todo esté en orden.
El ciruja se despertó, bebió un líquido negro, me saludó y volvió a recostarse. Sonó la bocina. Escuché los pasos del guarda, la puerta abriéndose.
¿Se podría viajar con perro? ¿Dónde esconderlo sino?

El papá de Leiva (Cuentos de la era del 1 a 1)


No me gustaba pasar por los edificios de Catónas. Tenía pasaporte porque conozco a Toti y había conocido a Osvaldo y en la pared de la entrada a la perlita y en un paredón de Mariló y en uno de Catónas está escrito:
Osvaldo vive.
Pero me jodía pasar por el alambrado. Cuando bajaba del colectivo lo tenía que cruzar de punta a punta y no había vez que no estuviese el papá de Leiva. Siempre en pedo.
- puto- me decía- putito, hincha de all boys; puto de villa crespo.
(Yo no conocía villa Crespo, ni había ido nunca a capital)
Al principio pensaba que tenía algo conmigo, que le podían molestar mis remeras un poco ajustadas. Mis músculos. Pero después me enteré de que hacía eso con todos los amigos del hijo.
El padre de Leiva tenía un hermano menor que a veces lo acompañaba. Ese me decía judío, rabino. Yo lo tomaba como de quien venía, de un borracho que siempre estaba al otro lado de un alambrado.
Nunca me crucé al papá de Leiva fresco, pero dicen que cuando lo estaba era un buen tipo.
En una pared del edificio de Shuto lo habían dibujado al papá de Leiva:
Un monigote con una botella en la mano, le habían puesto una burbuja de historieta:
“yo no puedo tomar, hace un año que no tomo. HIP"
El padre de Leiva siempre estaba con eso de que no tomaba por la presión. No le creía nadie. Lo de la presión era una excusa para no trabajar. Se jubiló a los cuatro años.
Hasta que un día plaf, el pico.
Estuvo un tiempo en el hospital de los leprosos en Rodríguez.
Reapareció.
Los primeros tiempos no puteaba a nadie. Siempre en su silla al otro lado del alambrado, pero calladito. Podía pasar la más linda del barrio en pollera que el tipo ni mu.
Pero apenas se recuperó empezó de nuevo.
A mí me grita: Willie Tanner, Sergio Tachini y moishe o ravinovich. A shuto le dice Mickey Mouse o fiambre.
Está hemipléjico, por eso nadie salta el alambrado y le arruina la cara.

Noche de verano


Escribo:
“A las moscas hay que sacarlas del mundo.”
A las moscas, entre corchetes porque es una parte agregada por mi, igual que del mundo, pero del mundo no lo encierro con corchetes. Sigo:
Como vemos desde siempre las personas rechazan a las moscas. Y: ¿Y no son las cucarachas moscas gigantes?
Aprendí a hacer esto de unas revistas que le dejaban a mi abuela un grupo de Testigos de Jehová. Pienso y agrego:
“De ahí el miedo a las cucarachas”. Lo tacho. Me quedo pensando. Casi vuelvo a escribirlo, la silla me está matando. Apago el ventilador y después la luz.
En la cocina, Verónica lava un plato.
¿Tanto por unas miguitas?
No responde. Estará pensando en otra cosa. Es raro, pero apagó todas las luces.
Mirá, le digo. Pongo el cuaderno a la luz de la luna. Lee lo que escribí.
Está bueno, dice, ¿de donde lo sacaste?
Le digo que saqué la cita de un libro antiguo, lo demás es reflexión. Le pregunto si le sirve de algo saberlo, si cree que puede ayudarla.
Me dice que no sabe, ya lo veremos antes de que termine la noche.
Dejo el cuaderno en la pieza y salgo al patio. Miro el tambor ¡como nos salva cuando falta el agua!
Me siento en la mesa para alejarme del calor del piso. Ella sigue fregando, se que es una palabra vieja, pero es lo que hace.
Hago una plegaria para que deje de limpiar y venga. La entiendo, la casa es muy sucia. Enseguida se acumulan costras de grasa sobre la mesada, el piso se ve sucio apenas se seca, creo que está percudido. Con Verónica decimos que en esta casa vive una familia india que se levanta cuando trabajamos o dormimos. Una vez nos estábamos durmiendo y yo dije que el padre estaba preso. Y cuando la casa se ensucia demasiado, ella dice: se fugó papá indio.
Mi plegaria es escuchada y ella se sienta en el banco, a distancia de masaje.
¿Qué nos pasa esta noche? Estamos poetas.
Dios estornudó sobre un telón negro, dice.
Un grillo canta.
Digo: nunca puedo saber de donde viene.
Tenés que pisar fuerte, dice ella, cuando se calla es que estás cerca. Me dice que ella adjudica el canto a la estrella que titila.
¿Por qué no traigo el cuaderno? Me lee el pensamiento y yo tengo ganas de decirle lo de la plegaria, pero no quiero demorarme. A medio camino se me da por pensar en la familia de indios, agarro el cuaderno y corro.
Intentemos eso de la estrella, dice, vos que sabés.
Escribo algo.
Bien, bah no se, muy mecánico diría, dice.
Como lo dijiste entonces.

Le adjudico el canto del grillo
A la estrella que titila

¿Lo dije así? pregunta.
No me acuerdo.
Quiere escribirle algo al tambor. Se le ocurre reemplazar tambor por tonel o barril.
Siempre le decimos tambor, él es Tambor, digo.
Está bien, me gusta.
Trata de decir que el tambor atrapó un trozo de cielo nocturno y que ella lo comprobó a la mañana cuando se fue a lavar la cara. Sugiero que sea una narración.
Ella dice:
Vamos a escribir todas las noches un poco, nos va a ayudar. Sobre nuestros trabajos, sobre estos momentos.
¿Puedo escribir de mi cintura?

Un amigo de Verónica rompió la reposera. Y ahora el respaldo está caído. Antes de medianoche estamos haciendo el amor en esa reposera. Tendría que tensar el abdomen pero me dejo caer, mi cabeza casi toca el piso. La tensión de la cintura se va y es el paraíso en esta posición. Levanto la cabeza y veo a Verónica sonreír con los ojos cerrados. Es todo.
Al rato está sentada en el piso. Yo sigo en la posición y trato de justificarme cuando ella posa una mano abierta en mi pecho y dice que me entiende y que va a traerme coca. Al levantarse hace un movimiento nuevo con la pollera.
Me oigo decir:
¿Por cuánto tiempo más?
Entonces ella emite dos grititos, pero esta vez no sale al patio a refregarse brazos y piernas y a no dejar que la toquen.

Nota sobre una lata de conserva


A los 14 abandoné la escuela, estaba en segundo y la abandoné. En vez de ir a la escuela me buscaba algún lugar tranquilo, casi siempre el museo Alcorta. Me llevaba una lata de conserva: jardinera, arvejas y una botella de agua mineral. Papá y mamá estuvieron juntos durante 25 largos (largos) años, pero en ese tiempo se separaron varias veces, durante parte de ese año estuvieron separados, a mi no me molestaba, al contrario. Lo malo es que me habían culpado y me lo tiraban en cara. Así que en lugar de ir a la escuela me iba por ahí, abajo de algún ombú, o al museo. Me sentaba a comer jardinera. No me importaba que en la mochila no hubiera lapicera ni hojas, ni carpetas, pero no podía faltarme el abrelatas y la cuchara. Disfrutaba mucho esos momentos, me sentía compensado por todo lo que me decían en casa. Mis papás no eran malos, pero se mataban y con mi hermana la ligábamos de rebote.
Una que otra vez me fui a lugares alejados, nunca tuve inconvenientes con nadie, nunca. Me gustaba sentirme como una especie de ciruja norteamericano.
Me acordé de esto cuando estaba por abrir la lata que dejé sobre la mesa y quise venir a escribirlo.

domingo, 10 de abril de 2011

Dos chicas (cuentos de la era del uno a uno)


Teníamos una cámara que le habíamos sacado a un ruso o suizo. Así que salimos a buscar chicas. Juntamos dos de la colectora.
Leiva hizo el chiste que ya teníamos pensado. Era 28 de diciembre.
Leiva le dice a Shuto. Shuto manejaba. Leiva:
- Soy gay. Tengo que decirtelo.
- ¿Ah sí?
Para el coche.
- Chupamela.
Sí, después dijo que había sido chiste de él.
Fuimos con las chicas al departamento de Leiva. Primero él entró solo con las dos. Toti abrió la puerta y yo me puse la cámara.
Justo el culo de Leiva. Un tuberculo. Pensar que eso tiene un hijo, dijo Shuto. No saben lo que era. Estaba de espalda, medio jinete.

Llegó Niki con una coca y quería irse cuando le dijimos lo de las chicas. Una de las chicas nos ayudó a retenerlo, después se arrepintió. Ahora te cuento porque.
Hicimos una ronda. ¿Pato ñato?, dijo Toti. las chicas en el medio. Una, Lorena, era linda.
Ponganse en bolas, dijo la cordobesa o paraguaya que nos había ayudado a convencer a Niki.
Niki no quería sacarse el calsoncillo. Cuando se lo sacó nos tapamos todos. Leiva agarró su calsoncillo con los dedos del pie.
Al final la paraguaya dijo: Ustedes pueden llamarme cuando quieran, pero yo con este hijo de puta no cojo nunca más. Por niki.
Lorena dijo que estaba embarazada.
- Con razón sentí que algo me la chupaba.- Dijo Toti.

miércoles, 6 de abril de 2011

Notas sobre el monje de la camisa color uva (3)


Había demasiadas paredes en casa, pero para Jorge era fácil derribarlas con dibujos y poesía de tarjeta.
Derrribarlas. Convertirlas en cenizas ascendenetes y luminosas.
En varias de sus tarjetas vuelan muros que impiden al cesped recibir la luz de la luna. Esos muros vuelan hechos cenizas fosforescentes sobre la cabeza de alguna niña.
Mamá con la pantufla, mi hermana parada en la cama, los brazos abiertos protegiendo una cucaracha.
En esa época cada uno tenía su par de pantuflas y las mías eran azul marino.
En la tarjeta mi hermano disolvió las paredes, estiró un poco a nacha, la cubrió con una tunica y reemplazó a la cucaracha por una dulce oveja.
La pared/ luciernagas.
Veo a Jorge vibrando, hamacandose en el pasillo, viendo a nacha dormida sobre la ropa de cama. él tenía los ojos bien abiertos, expectantes.

Hace poco nacha tomó una tarjeta de entre mis libros, lo hizo sin permiso. es una tarjeta esqueletica, pero lo que me importa es el poema que trae en tinta china. dice:
La maldad ha formado nubes/ esta mañana vomité.
Yo recuerdo ese vomito de Jorge.
Todo ese día, nublado de maldad, las paredes habían estado acosandolo. Y él sin poder disolverlas. no había lectura que pudiera calmarlo, distraerlo; ni el readers digest, ni las Atalayas.
Lo oí gritar cosas sin sentido; no dejaba de colgarse en una esclera de pie, como si quisiera subir a algún lado.
Más tarde cuando las puertas se encogían para él; segundos antes de vomitar por primera vez en su vida "adulta", escribió esa frase:
Las nubes de maldad. Dios crea al mundo cada día.
Ese es un poema que ha escrito en estado análogo.
Aliviado,
en letras de brillantina mientras el perro pasaba la lengua por el charco de vomito metafisico.

Hoy fue para mi un día agotador. Estoy censurando para mi, para ustedes, las palabras que mi hermano gritaba aferrado a la escalera de pie.
Además esa mañana se había puesto una camisa y un jean, solamente se quitó el jean. creo que tenía intenciones de salir antes de ser atacado por el dolor.

Hoy a la mañana tuve que ir a la pequeña casa que cuido para pedir unos pesos extras. Dinero que guardo para un viaje.
Anoche fue una noche de pesadillas. Soñé que con voz afónica trataba de gritar las palabras de mi hermano en la escalera de pie. Sentí en sueños el acoso de las paredes.
EL CUENTO DEL PAJARO
Volviendo a la mañana de hoy, fui hasta la casa, que dias antes dejé cuidadosamente cerrada. Metí la llave en la cerradura y entonces oí algo pegar contra el vidrio, desde el interior.
Decidí no abrir la puerta, me puse en el cesped, tratando de ver en el vidrio algo que no fuera mi reflejo.
Se trataba de una golondrina, que no sé cómo, había entrado y ahora se dedicaba a rebotar contra el vidrio.
Entré, estiré el dedo, y acaso porque estaba pensando en mi hermano, la golondrina voló desde la mesa rustica a mi dedo, se posó en él.
La saqué.
Agité el brazo y la vi volar.

De ser posible enviaría este relato a mi hermano, para que lo convierta en una tarjeta, pero no es posible. Ahora les pido un favor a ustedes, relean la escena del pájaro, pero en lugar de imaginar (si es posible que mis palabras los hagan imaginar.) en lugar de imaginarme a mi, o de imaginarse a ustedes mismos haciendo la ceremonia del pájaro, imaginen a mi hermano; pelo oscuro, ojos azules, camisa uva, CALSONCILLOS.
Imaginenlo a él sacando al pájaro. Después imaginen a la golondrina tomando vuelo, recortandose sobre un cielo despejado.
Casi despejado.

martes, 5 de abril de 2011

Notas sobre el monje de la camisa color uva (2)


No hace mucho Nacha me pidió que no le mandase más mails en la noche.
Voy a hablar de un posible rasgo esquizoide en mi hermana; rasgo que desde que Jorge cumplió los 17 llovió sobre todos nosotros.
Creo que todo empezó un día de febrero- febrero es un mes violento, tiene que ver con lo escolar; hay muchas amenazas de suicidios.- viajábamos en colectivo (un 15 de febrero para ser precisos, sin llegar a precisión de relojero) cuando un muchachito gordo, de uniforme verde (colegio alemán.) le dijo a su madre:
"mamá, me llevé ocho (materias) pero si me decís algo me suicido". Entonces mi hermano que iba sentado al lado mío se puso a vibrar.
Era algo que siempre le pasaba en los trenes, nunca en los colectivos, pero esa vez.
Se puso de pie y dijo algo acerca del suicidio, o de la muerte. No sé que dijo, pero era una frase de sueño en la que no son importantes las palabras.
La cosa es que sospecho que el gordito rindió las ocho materias. Estoy seguro.
Incluso de que no dejó previas.
Jorge hablaba como predicador, como testigo de Jehová. El simpatizaba con ese movimiento. Pero dejemos esto de lado por el momento.
La locura llovía en casa por esos días.
Por esa época apareció la frase de Jorge: Dios crea el mundo cada día. Era raro, extraño y ¿porque no? duro.
LEVANTARSE.

Quiero recordar lo que sucedió hace unos días y después volver atrás unos años. Hace algunos días -ya meses- Nacha me pidió "encarecidamente" que no le enviase mas correos electrónicos durante la madrugada.
A las once ella apaga su computadora (De escritorio) (A pesar de su vestimenta y de que para los taxis a la perfección, no usa notebook).
Una vez que apaga la computadora se acuesta a leer apuntes de su carrera; libros, novelas.
Ella lee siempre los mismo libros: La iliada, La Odisea, La Eneida, una y otra vez esos tres libros, también algunas tragedias griegas. Generalmente esa de Esquilo en la que van a buscar a cierto soldado necesario a una isla.
Una vez que se acuesta, los mails que uno le envía (dice ella) no le llegan a la maquina sino al cuerpo. Dijo:
"Si me mandás mails (de madrugada) se me pegan como pequeñas calcos. Etiquetas, figuritas, a la piel de la espalda." (Los míos se le pegan a la espalda, pero seguramente los de los novios, amantes, etc. se le pegan a los pechos).
Odia tener que levantarse en plena madrugada porque ya no soporta los correos. Los mensajes en el cuerpo. Odia tener que levantarse; esperar a que la maquina cargue y por lo menos hojear u ojear los mails.
Insulta a las cadenas, a las estupidas alegorías. Estupidas y vulgares alegorías. Las malas tarjetas que usan las mismas frases y los mismos dibujos de las tarjetas de Jorge. Pero las palabras en Jorge tienen el peso de las palabras de los sueños. Dicen algo... inefable (?).
Cuando Nacha me llamó para decirme eso, pensé que me estaba hablando en metáfora. Fue un llamado a las cuatro de la madrugada. Hora en que sólo nos contamos cuentos. "Mirá lo que me mandó este h.d.p" dijo y me leyó una alegoría barata. Algo similar al cuento de la hormiga y la cigarra (chicharra en nuestra región).
Te pido por favor, me dijo después, que no me mandes correos nocturnos. ENCARECIDAMENTE. Explicó porqué.

Mientras me hablaba me acordé de la vez que se negaba a matar una cucaracha.
Si dijera las razones que ponía para que no se cometa el crimen la cosa podría malinterpretarse. Las palabras de esa Ignacia de ocho años, eran, como ya dije de Jorge, las palabras de los sueños.
Mi hermana decía que la cucaracha que estaba en la pared blanca de la pieza de mamá, podría ser papá o su amiguita internada. Rocío; su amiga estaba internada, bien cuidada pero bastante grave.
No hablaba del valor de la cucaracha ni de que la cucaracha podría ser reencarnación del abuelo, etc. Hablaba de algo diferente.
Tal vez -y esto no es nada agradable- la cucaracha estaba teniendo cría.
Hubo una discusión a la luz amarilla de la pieza, la única encendida en toda la casa. El resto era una pecera.
Papá venía en camino por la ruta, Rocío estaba bien cuidada. ¿Porque no matar a esa cucaracha?
Hay una tarjeta de mi hermano que representa la escena: una niña abre los brazos bajo una noche celta, intentando defender a una cabrita.

Mi hermana dormía destapada sobre la ropa de cama. Y ahora, mientras escribo, veo a Jorge parado en el umbral de la puerta de la pieza de Nacha. Él nota (descubre) que el mundo- además de ser un potente vomitivo- también es un mundo de tarjeta. Existen estas especies (digámoslo alevosamente) de milagros. Estás postales de niños durmiendo iluminados por la luna, por la acuosa luz de la luna, usando las manos como almohada, sobre la cama prolijamente hecha.
Tal vez después de aquella visión mi hermano haya decidido usar camisa uva.
Tornarse el monje de la camisa uva y dedicarse a la confección de tarjetas.

El mundo es un potente vomitivo/ pero también es un lugar:/ el lugar en que una niña puede dormir/ ovillada/ sobre una cama sin destender/ con las manitos por almohada.

viernes, 25 de marzo de 2011

Estela


Una noche de verano, mamá dormía en mi pieza. Después de pelear duro (duro) con papá. Dormía es un decir. No se si saben como queda uno después de tanta tensión. Yo si lo se. Dormir es algo que no se puede después de un momento así. La única que queda es mirar el techo y esperar que pase la eclosión. Claro que esta paciencia la adquirí ahora. Mamá estaría acostada cuando escuchó que en la calle se abría la puerta de un coche. Estela- nuestra vecina- cayó sobre el césped. La traían dos tipos. La mujer estaba muy borracha y no paraba de reírse. Los dos tipos eran desconocidos, primera y última aparición que hacían en el barrio. Pisaron el acelerador y se fueron. Salió a juntarla el marido. Mamá disfrutó mucho la escena. Por muchas cosas: una de ellas es que el marido de estela no era un buen tipo, otra por ver que la nuestra no era la única familia caótica. Era una escena digna de verse. La mujer riéndose, el marido intentando levantarla.
Al tiempo, con un amigo vimos una película de tinto Brass. Teníamos trece años y una película de tinto Brass era mucho. Dos tipos dejaban a una mujer borracha en su casa, el marido se acercaba pero ella lo rechazaba e iba al bidet. El marido la había perdido en una apuesta. Por una noche su mujer fue de otros. Aparecieron flashes de lo que había pasado entre la mujer y los dos tipos.
Viendo la escena me acordé del pasto, del rocío, de mamá pegada a la ventana chistándonos. Estela la hizo sentir un poco mejor a mamá, cosas así hacen que uno se sienta un poco mejor. ¿Que se puede hacer?

domingo, 13 de marzo de 2011

XX

Marcela se encargaría de cuidar a Stanley, a Giordano y a UB 40, las mascotas de su amigo, durante veinte días. También tenía el departamento disponible y lo compartiría con su novio, pero él se sumaría al tercer día, cuando empezaran sus vacaciones.
En la primera de las veinte noches una cucaracha apareció en la pared, Marcela prendió la luz y vio a otras tres. Agarró la zapatilla y de esta surgió una cuarta cucaracha. Marcela tenía comunicación libre con Alejandro, así que se acurrucó en la cama y se pasó la noche hablando con su novio.
Alejandro y Marcela pasaron veinte días juntos; no había distancia física, pero no se molestaban. Ella hacía crucigramas, él leyó una novela río de Stephen King.
Una vez él olvidó el dentífrico destapado y hubo una discusión; a Marcela le había recordado a su ex. Pero eso fue todo.
Durante la última noche, Alejandro se encontró con él mismo de niño. Veían una película XX, mientras se besaban y charlaban.
- ¿Cual fue tu primer porno?- preguntó ella.
- Una que se llamaba el hombre invisible está caliente.
- Plata fácil para las actrices.
La película XX que veían trataba sobre un narco, su esposa, un piloto y un triangulo amoroso. Se besaban y miraban la película de reojo cuando Alejandro se vio a sí mismo de chico.
- Es una película porno.- dijo Marcela- El chico corta el clima.
Una azafata le preguntaba al chico si necesitaba algo. El chico estaba de espaldas a la cámara, pero Alejandro se dio cuenta de que era él. Y reconoció a su tía en otra de las butacas.
(Es un juego, había dicho la tía, veinte años atrás; estaban en una habitación que emulaba el interior de un avión y todos hablaban inglés)
El niño Alejandro respondió con una voz que no era suya: no, señorita.
¿Esa era toda su línea? No, recordó Alejandro, había algo más... El pequeño Alejandro caminó por el pasillo, trató de abrir la puerta del baño, pero estaba ocupado. Dentro, el piloto y la esposa del narco hacían el amor. Marcela no notó que el chico de la película era su novio. ¿En cuantas películas habría actuado sin saberlo?
Una vez la tía lo había llevado a un gimnasio y lo había dejado al cuidado de un físico culturista. El físico culturista le había preparado un enorme vaso de chocolatada. Después le había dicho al chico que se colgara del bíceps.
Alejandro y Marcela hicieron el amor.
- Mi tía me cuidaba mientras mi vieja trabajaba,- dijo Alejandro.- me llevaba a un montón de lugares en vez de llevarme a la escuela. Los miércoles hacía reuniones en casa...
Pero Marcela estaba en ese estado que viene después del sexo, así que Alejandro se puso a recordar.
Un miércoles vinieron esos tipos que parecían salidos de Mad Max, (era la voz del chico de la XX quien le contaba.) bajaron de un jeep. Entraron a casa. Sonaron los guns, nos quedamos jugando en el jeep ¿te acordás?
Claro. Y desde ahí vi venir a mamá. Terminó de trabajar antes de tiempo. Quise correr y avisarle a la tía. Que apagara todos los porros, que bajara el volumen...
Mamá entró y los tipos de Mad Max iban saliendo. "tu mamá nos puso en penitencia" nos dijo un tipo de barba.
Después de eso Fernanda ya no volvió a cuidar a Alejandro. Pero un día para compensarlo lo llevó a ver el catch.
Peuchele sangraba profusamente. Se había infligido un corte clásico, pero sangraba demasiado y necesitaba hospitalización. De todas maneras saludó a los chicos, que estaban en aquel gimnasio de merlo. Gracias a Fernanda, Alejandro había alcanzado la mano del titán.
Marcela sacó a Alejandro del sueño. Estaban un poco tristes porque al día siguiente dejarían de estar juntos a diario y un baño podría hacerles bien. Marcela recordó con nostalgia el día de las cucarachas, y el día siguiente en el que había fumigado con sipertrina y se había llevado los gatos a la plaza, cuando volvió encontró un colchón de cucarachas en el baño.
Ahora Marcela salía de la ducha. Escucharon un ruido amenazante en las cañerías.
Glugluglu...¡GLUUUOP!
Envuelta en la toalla ella se detuvo. Vieron una gran burbuja turbia que salía desde la rejilla, la burbuja creció hasta llegar al tamaño de un globo. Ella se tapó la boca...
¿Que tipo de señal era esa? Un domingo de invierno Alejandro se había encontrado con su tía en la cancha de Almagro. Alejandro estaba con un amigo y fue su amigo quien identificó a Fernanda. Ella quería ver al equipo que venía de San Juan, llevaba un gorro de lana, un cameprón violeta. Alejandro y su amigo estaban por acercarse cuando los sanjuaninos hicieron un gol y ella lo gritó en plena tribuna rival. Decidieron no acercarse. Ella los vio y los saludó con la mano. Algo distinto había en la mirada de Fernanda. Ella se refregó para no tener frío.

- Ayudame con esto, dale.- dijo Marcela. La burbuja había explotado salpicando las paredes. Era la madrugada, al otro día tenían que trabajar pero no podían dejar los azulejos así.
- Yo era el chico del avión. El de la película.
- No me digas.
No importaba, ¿En cuantas películas aparecería? Ahora había un claro en su vida, algo se había perdido... ¿Y un llamado a la tía? Entonces supo lo que significaba la burbuja. Supo que nunca sabría en cuantas ni en que películas había actuado.
- ¿Te estás persignando?- preguntó Marcela.
- No es nada. Ya pasó.

sábado, 26 de febrero de 2011

Reunión

Ortega: Lo de la reunión me lo contó Germán, cuando me lo encontré el otro día.
Victor: Bueno, contame. yo no pude ir, cosas de mi novia.
Ortega: Germán tampoco fue, pero a él se lo contó lucho. el tipo está viviendo en capital.
Victor: ¿Quién?
Ortega: Germán, sin embargo se hace el momento, dos veces por semana se viene hasta Moreno. Al bar de Ricaño. Para no dejar de hacerlo alquila película en lo del vibora. Que todavía tiene en vhs y como no quiere pagar recargo se obliga a venir.
Victor: ¿El vibora le cobra? Es un hijo de puta, no nos puede seguir cobrando.
¿jugamos un metegol?


Ortega:Se hizo el viernes a la noche… Se pusieron dos mesas pegadas a la barra, el gordo cada vez quiere moverse menos. Tiene el regulador de luces abajo del mostrador y estaba regulando las luces cuando entró lucho. Lucho no maneja, Lucía, su mujer estaba maniobrando para estacionar.
Victor: ¿tanto para estacionar un fitito en la calle de Ricaño?
Ortega: Ahora está mas transitado todo. La cosa es que el gordo jugaba con las luces, las subía, las bajaba. Cuando entró lucho se iba el último cliente. El gordo le tiró las llaves y le dijo: ¡cerra!. Y lucho: pará que mi mujer está estacionando.
Eduardo, que ya estaba en la mesa con Carla se cagó de risa. ¿maneja ella? ¿Sí, que esperabas?. Y ahí lucho se puso a explicar lo del maltrato. Resulta que como fue maltratado de chico, ahora no puede asumir demasiadas responsabilidades. lo estresan. Es como un síndrome o algo así; algo que está metido en los genes del hombre desde la época del neandertal. Así que manejar es una cosa que a lucho lo estresa.
Victor: ¿y porque el gordo ricaño está tan postrado?
Ortega: ¿Tan postrado? ¡ah! Porque de pendejo tuvo la polio. Estuvo bien cuidado; el padre del gordo era un fenómeno. Murió joven, pero era buen tipo y le dio el mejor tratamiento. Pero mucho no había en esa época.
Para corroborar lo del maltrato lucho se levantó la camisa y mostró algunas cicatrices. Cuando entró Lucía, lucho se paró y le cedió la silla. “Porque una cosa es que conducir me destruya los nervios del estómago. Y otra es el roll”

Ortega: "Se pusieron a hablar del trabajo:
“Lo estoy consiguiendo, dijo Eduardo, quiero que me feliciten, estoy ganando plata con la confección de tarjetas.” Lucía le dio la mano. Carla le pasó la mano por la espalda. – Y de a poco voy dejando las horas a algunos suplentes.
Queremos ver algo”, dijo ricaño, que seguía regulando las luces. El gordo siempre sabe cuando va a llover. Dicen que mostró una tarjeta, algo de lo más común y corriente: amantes en el mediterraneo, un poema cursi estampado, en letras con relieve y brillantina. Nada que no se consiga en el tren. Pero es la pasión del tipo, desde chico que quiere hacer eso. Un día me acuerdo que encontramos una tarjeta en el piso de la mercería de la vieja del gordo. Nadie se quiso hacer cargo de la autoría. Se lo atribuimos a alguna mina. Pero volviendo a lo del viernes, Eduardo dijo:
-los alumnos me apodan el androide.
-Y vos sabés que a él le importa mucho lo que digan. Siempre fue así. La ex novia hizo un comentario por Internet menospreciando el arte de confeccionar tarjetas y a él lo hirió. Estuvo un mes sin confeccionar una sola.
-Ya de chiquito viajabas en el tren- dijo ricaño- con algunas monedas que me pedías a mi y te volvías cargado de tarjetas.
Ya te rompí bien el ojete. no quiero jugar más."
Victor: ¿Vamos a sentarnos abajo del ombú?
Ortega: Excelente idea. Los chicos ya no juegan en las ramas del ombú, están todo el día como pelotudos con las compurtadoras.
Victor: Con mi vieja venía todos los domingos. a veces se formaban laguitos como ese, y me ponía a nadar. da pena ver ese laguito sin nadie.

Ortega: "También hablaron de Dios, o algo así:
Eduardo dijo que Lucas, el que tenía la óptica ambulante, había ido a predicarle.
-¿Cómo mormón o evangelista?- preguntó lucho.
-Mormón.
-Nada que ver- dijo Carla- era testigo de Jehová y vos te hacés el tonto. Sabés bien como son los. Las testigos.
-Siempre los veo pasar por acá- dice ricaño- trajeaditos, las mujeres de colores.
-Son todo una pintura- dice lucho.
-Es tres de enero y andan a las cuatro de la tarde- dice Eduardo.
-El olor a pie que deben tener esas chicas- dice carla. Lucía se rió.- a Eduardo le gusta una predicadora.
-No es eso, carlita, es que los dibujos de las atalayas son una gran influencia para mi arte.
-Y le das cincuenta centavos por revista. Sos de lo más miserable.
-El otro día vimos al hermano de lucía- dice lucho. – en la boca del subte, estaba rodeado de cosas: objetos, una radio, una lata, cubiertos, formaban un circulo y el meditaba en el centro. Hecho un ciruja.
-Puro snob- dijo lucía- no hay nada más lejano del budismo que ser budista en Argentina. Es algo forzado.
¿Y viste que el bar está conectado por una puerta a la mercería de Esther? (no, yo nunca entré a la mercería).De pronto vieron que la luz de la mercería se encendía.
-¿mamá?- dijo ricaño. Eduardo y carla se pararon. Estaban dispuesto a llevar a la viejita a la cama. Pero la luz se apagó.
¿vos sabés como nos curaba el empacho Esther cuando eramos chicos? Sugestión o no, vos entrabas vomitando y salías riendote. Y la sopa de verdura que hacían todos los mediodías los padres del gordo, cuando estaban a cargo del bar. Nos escapabamos de la escuela para tomar sopa. Bueno… en fin. Carla y Eduardo fueron para la mercería.
-no hay nadie- dijeron. Y al rato se escuchó el tango bajito desde la pieza de Esther."

Ortega: "Y entre el alcohol y que se largó a llover… salió la cosa del amor:
-Siempre cuando tenés problemas de riñones te abren una canilla y te meas.- dijo Carla, la lluvia golpeaba las ventanas- ¿me acompañas?-. le dijo a lucía. Fueron para el baño.
-¿hablarán de otros tipos?- dijo lucho.
-La cosa es que duerme con vos.- dijo ricaño.
-¿sabés como se enamoró carla de mi?- dijo Eduardo- El otro día se lo pregunté. No se enamoró porque le hablé de Sartre.
-Vos nunca lo leiste.- dijo lucho- me acuerdo que una vez inventaste un libro del tipo. Era una cosa de detectives, de intrigas.
-Sí, a ella también le inventé un par de libros. Pero ni la conmovió. Dice que lo que la enamoró es que yo, en un momento, me haya inclinado para sacarle un chicle del zapato. Le gustó eso, yo le inventé cosas de Borges, de Cortéz.
-Cortázar.
-Ese, todo eso y a ella la enamoró que yo le haya despegado un chicle del zapato. ¿no es increíble? Digan algo.
Escuchaban vagamente las voces desde el baño. Lucía dijo: “yo lo hago sentír un rey y el a mi una reina, es simple.”
Cuando volvieron las chicas, ricaño confesó que le reventaba la vejiga. Lo acompañaron y dice Germán que dijo lucho que no era mito.
-¿que carajo tenés ahí?- gritó Eduardo- pensé que iba a humillarte trayendote al baño, pero el humillado soy yo.
Eso dijo Eduardo."

Ortega: "vos sabés que amaneciendo la borrachera se va un poco, despues de orinar y eso, pero queda el delirio de las horas que se van acumulando.
Se pusieron a hablar de algo relacionado con la muerte. amanecía pero ellos ni cuenta porque llovía y estaba oscuro:
- Eduardo- contó Carla - cuando era chico. Cuando tenía siete u ocho años hacía incursiones a la velatoria. en un saloncito que está a la derecha de la misma sala velatoria había un cuaderno, algo así como un libro de quejas, en los que uno podía dejar un mensaje para el muerto, para el que estaban velando. entonces Eduardo se metía y escribía (tenía seis años y escribía oraciones enteras). Escribía una frase que expresaba las emociones de los parientes o de las personas que habían amado al muerto. hizo eso hasta que Omar lo cazó de una oreja y lo llevó a su casa. fue durante el velorio de una maestra de quinto grado. la mamá de Eduardo le preguntó a Omar si Eduardo había escrito algo ofensivo, pero Omar no le respondió. A los pocos días se aparece Omar con el pedazo de papel recortado: Esto escribió su hijo, dijo Omar:
-hasta siempre, te vamos a extrañar, estrellita nuestra.
- Ya desde chico tenía talento para la poesía de tarjeta.- dijo Lucía.
- No conocía esa historia- dijo lucho.
- El velorio estaba lleno de ex alumnos de la maestra, tipos casados, con hijos. y ninguno escribió nada. Alguno dijo: El hombre que hace la letra de nene lo dijo todo."
Victor: ¿Como es eso de que perdieron el fitito?
Ortega: Se lo llevó la corriente. Eduardo se asomó por la ventana y vio al fitito flotando. empezó a irse para el lado del río. salieron y el agua les llegaba por las rodillas. Lucho se puso a nadar, en un momento tuvo que agarrarse de la rama de un sauce para no irse por una alcantarilla. Eduardo trató de darle arranque a su coche, pero no hubo caso. así que Lucía agarró una bicicleta, que habia dejado un borracho cliente del bar, y pedaleó. no se que pretendían. el fitito siguió viaje quien sabe hasta donde. ellos lo siguieron hasta la cochería. terminaron todos agarrados de un arbol para no irse con el fitito.
Victor: ¿y la bici del viejo?
Ortega: Se fue a la mierda, acompañó al fitito. al final ricaño y Carla, con la traffic fueron a buscar a los otros tres que estaban agarrados del árbol.
Victor: Es una paradoja. una metafora sobre el tiempo.
Ortega: ¿Que cosa? No, no. Es real. Pasó eso.
Tuvieron que quedarse a dormir en una pieza de la casona y a la mañana ricaño les llevó un plato de sopa de verdura, pero dicen que la sopa ya no es la misma. doña esther ya no cocina como antes. se quedaron mirando las sopas, tenían miedo de que tuviese algún veneno en vez de sal, viste como son las viejas.
Victor: Vamos a devolver los envases. Mañana laburo de mañana.
Ortega: ¿Seguís en Massalin?
Victor: Sí, llueva o truene voy en bicicleta costeando el río.

Una semana después:
Victor: ¿Sabés que vi el fitito?
Ortega: ¿Por que no notificaste?
Victor: Es que fue algo muy raro lo que pasó. Pero desde lejos vi a los pibes que jugaban adentro y saltaban sobre el capó y el techo y los vi identicos a nosotros cuando eramos chicos. Es más, había uno en silla de ruedas que alumbraba con una linterna y daba instrucciones; y me hizo acordar al gordo.





Mientras tanto unos chicos jugaban en el fitito a orillas del río.