viernes, 25 de noviembre de 2011

Ensayo teoría

1
Tomaremos la novela "La pesquisa" y la diseccionaremos usando el concepto de focalización, pero como en literatura es muy difícil fragmentar y no se puede hablar de un concepto sin mencionar otro, aunque sea a la pasada (pienso, por ejemplo, que no se puede hablar de escritor sin lector; de hecho, ahora, mientras esbozo este primer manuscrito cumplo ambos roles.)
Tomé focalización porque es un concepto amplio que en ocasiones está al servicio de otros conceptos; este fragmento de "El sur" es un ejemplo de eso:
"algo en la oscuridad le rozó la frente, ¿un murciélago, un pájaro?"
En este caso la focalización está al servicio del oscurecimiento de la forma (concepto formalista), el autor quiere escondernos algo, quiere tornar misterioso un objeto cotidiano, contagiar al lector el espanto de un hombre. El misterio en lo cotidiano, el espanto de un hombre, lo que se nos oculta forma parte del género fantástico.
Vargas Llosa habla del dato escondido, ejemplifica con la novela de Hemingway "Fiesta"; en esta novela se nos esconde el pasado, el origen de un romance. Considero que se logra esconder un dato (dar todos los datos sería imposible y además convertiría a las novelas en biografías detalladas, fichas técnicas, etc.) Retomemos: se logra esconder un dato gracias al recurso de focalización subjetiva, desde el foco de un personaje inserto en ese universo diegético, o como dice Patriica Highsmit de soslayo. El recurso se pone al servicio de lo que se quiere mostrar y de lo que se quiere esconder, vemos una porción de la historia, del universo, del personaje, la otra la intuimos, la desciframos... cualquier obra es un ejemplo de esto, pero se me ocurre que un buen ejemplo puede ser el cuento "Un buen día para el pez platano", conocemos al personaje (Seymour Glass) por lo que su novia y la madre de su novia dicen de él durante una charla telefónica, en una habitación de hotel, después lo vemos pálido, tomando sol y llevando a una niñita a nadar al mar. Sabemos que estuvo en la guerra, que jugó peligrosamente con un coche enorme... el resto es misterio. Completar lo no dicho es uno de los placeres de la lectura.

2
Iniciemos la disección...

"Allá, en cambio, en diciembre, la noche llega rápido."

Así como Tolstoi usa un caballo y no un agente inmobiliario para desnaturalizar-desautomatizar-describir la propiedad privada Saér usa un narrador que está del lado de acá para describir el lado de allá; Saér es un descriptista, escribe para mostrar (para recuperar el tiempo y los lugares perdidos), Saér no escribe, D-escribe.
Los agentes inmobiliarios no se asombran, no se fascinan con la propiedad privada; si a un caballo le pidiésemos la descripción de un establo, esa descripción duraría dos lineas, porque para el caballo es natural y cotidiano. Si la acción de una novela de Saér se diera en un establo entonces el narrador sería un agente inmobiliario..., Saér necesita narradores que se sorprendan un poco con el lugar y el tiempo en el que están sucediendo las cosas. Necesita de narradores que puedan resaltar el color local.
De hecho tiene un relato cuya acción transcurre en una villa miseria de Buenos Aires, y el narrador es un rosarino que lo perdió todo, esta condición de nuevo pobre permite al personaje describir como un ritual extraño el acto de llevar una taza entre las manos y pedir al vecino un poco de azúcar.

3

"El cuadro vivo que se movía allá abajo..."
"La contradicción con las promesas de los dioses"
Y más adelante notamos que el narrador conoce la opinión de Morvan acerca de su trabajo, y además la opinión de los colegas de Morvan. Intuimos una especie de narrador omnisciente, omnipresente... el narrador también sabe hasta donde podría haber llegado Morvan en jerarquía de haber participado en política. Tenemos un narrador capaz de ver el paisaje como desde una toma aérea, de ver a la gente sin nombre ni identidad, a los hechos de la ciudad sin causa ni efecto; mira desde el cielo gente que carga paquetes como quien mira hormigas llevando palillo... Borges habla de un dios que crea el mundo para distraerse de su tedio eterno, un dios así parece ser el narrador; pero a continuación ese ojo baja, mira el cielo amenazante, se humaniza usando la expresión "como se dice". Entra en la intimidad y en los pormenores de un matrimonio que se derrumba (el de Morvan), conoce las opiniones de los colegas de Morvan acerca de la labór de Morvan. Y sabe que hubiera sido de Morvan si hubiese participado en política.
Podríamos pensar que el narrador es el dios de Dostoievsky combinado con el imaginativo dios de Bradbury (ese que en "las maquinarias de alegría" enfoca la casa del protagonista desde una especie de satélite.) pero no... la expresión :"como se dice, nieve." humaniza, y no solo humaniza al narrador sino que lo ubica en una región del mundo, región en la que la nieve no es frecuente. No se trata, entonces, de un dios sino de un tipo, un tipo con una variedad de inteligencias, de esas inteligencias que se descubrieron ahora: intrapersonal, interpersonal, visual....
No acierta ni adivina, conjetura porque sabe, es un conocedor de la conducta humana y del clima parisino.

4

"Al odio, el crimen le basta, de modo que el ritual privado que desplegaba estaba más allá del odio, en un mundo contiguo al de las apariencias en el que cada acto, cada objeto y cada detalle, ocupaba el lugar exacto que le acordaba en el conjunto la lógica del delirio, únicamente válida para el que había elaborado el sistema, el intraducible a cualquier idioma conocido."

El narrador -digamoslo de una vez: Pichón Garay- pudo elegir narrar desde el otro lado, pero esta vez no nos referimos a lo geográfico, sino a otros dos lados: la ley y el crimen.
Podemos decir que escoge el lado de Morvan por las mismas cuestiones que lo llevan a elegir narrar desde el lado de acá la vida parisina; para el asesino el hecho de matar viejitas es natural, el asesino está automatizado. Pero también podríamos decir que para Pichón (y acaso para Morvan) el asesino es un artista. Y la vida del artista nunca está a la altura de su obra, es una verdad y una necesidad, no hay biografía que este a la altura del arte. Pichón mismo puede ser hombre de vida rutinaria, y eso, ese tedio es lo que alimenta su arte de narrar. Tal vez la vida del asesino sea otro tedio, pero su obra y el silencio que la rodea permite a Pichón y a los oyentes pensar, sentir que el asesino puede no ser humano.
En algún ensayo Borges dice que en el policial el misterio vale más que la solución.
A mucha gente le gusta pensar en que llevó a Poe a escribir "El gato negro", qué pesadillas, qué tormentos lo llevaron hasta ahí. Sospecho que la solución de ese misterio es tan simple como la solución a la carta robada, pero el misterio, la busqueda es lo que nos apasiona, lo que nos conmueve. Por esto Pichón, que sabe, elige el lado del publico y no el del artista.

5

Pichón lanza hacia Tomatis una mirada discreta, denota por parte de Taomatis una especie de insensibilidad...

"...no únicamente lo que cada uno sabía de sí mismo, sino también lo que sabía o imaginaba o presentía del otro."

"En su tentativa intermitente y discreta de auscultarlo, con una mezcla de curiosidad y de solicitud, Tomatis no ha logrado obtener gran cosa..."

Tres puntos de vista en un tramo corto: el de Pichón, seguido de algo así como un punto de vista mutuo (u omnisciente), y después el punto de vista de Tomatis.


Escribe Boris Vian en el prefacio a "La espuma de los días"

"...y toda la fuerza de las páginas de demostración que siguen procede del hecho de que la historia es enteramente verdadera, ya que me la he inventado yo de cabo a rabo. Su realización material propiamente dicha consiste, en esencia en una proyección de la realidad..."

Con esta declaración se saca de encima toda obligación de objetivismo, de punto de vista rígido... Saér no lo escribe, pero se muestra conocedor de cada gesto de Pichón y de Tomatis. Con eso nos dice: "Son mis personajes, los conozco mejor de lo que me conozco a mi mismo, conozco hasta el porqué de sus actos inconscientes."
Sabemos entonces qué, quien cuenta en presente, a la manera de un guionista, es el propio Saér, sin artificios; no se impone la rigidez del punto de vista, tampoco sus limitaciones, no lo sostiene por capítulo, tampoco se impone la disciplina del objetivismo. Así como en la primera parte veíamos a Pichón contando la historia en algún bar, a un grupo de amigos, ahora vemos al propio Saér, sentado en su silla, cerrando los ojos para visualizar con más fuerza la escena, para intuir mejor a sus personajes, manipulando el sueño.
Porque al fin y al cabo "la literatura no es otra cosa que un sueño manipulado".

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