miércoles, 6 de abril de 2011

Notas sobre el monje de la camisa color uva (3)


Había demasiadas paredes en casa, pero para Jorge era fácil derribarlas con dibujos y poesía de tarjeta.
Derrribarlas. Convertirlas en cenizas ascendenetes y luminosas.
En varias de sus tarjetas vuelan muros que impiden al cesped recibir la luz de la luna. Esos muros vuelan hechos cenizas fosforescentes sobre la cabeza de alguna niña.
Mamá con la pantufla, mi hermana parada en la cama, los brazos abiertos protegiendo una cucaracha.
En esa época cada uno tenía su par de pantuflas y las mías eran azul marino.
En la tarjeta mi hermano disolvió las paredes, estiró un poco a nacha, la cubrió con una tunica y reemplazó a la cucaracha por una dulce oveja.
La pared/ luciernagas.
Veo a Jorge vibrando, hamacandose en el pasillo, viendo a nacha dormida sobre la ropa de cama. él tenía los ojos bien abiertos, expectantes.

Hace poco nacha tomó una tarjeta de entre mis libros, lo hizo sin permiso. es una tarjeta esqueletica, pero lo que me importa es el poema que trae en tinta china. dice:
La maldad ha formado nubes/ esta mañana vomité.
Yo recuerdo ese vomito de Jorge.
Todo ese día, nublado de maldad, las paredes habían estado acosandolo. Y él sin poder disolverlas. no había lectura que pudiera calmarlo, distraerlo; ni el readers digest, ni las Atalayas.
Lo oí gritar cosas sin sentido; no dejaba de colgarse en una esclera de pie, como si quisiera subir a algún lado.
Más tarde cuando las puertas se encogían para él; segundos antes de vomitar por primera vez en su vida "adulta", escribió esa frase:
Las nubes de maldad. Dios crea al mundo cada día.
Ese es un poema que ha escrito en estado análogo.
Aliviado,
en letras de brillantina mientras el perro pasaba la lengua por el charco de vomito metafisico.

Hoy fue para mi un día agotador. Estoy censurando para mi, para ustedes, las palabras que mi hermano gritaba aferrado a la escalera de pie.
Además esa mañana se había puesto una camisa y un jean, solamente se quitó el jean. creo que tenía intenciones de salir antes de ser atacado por el dolor.

Hoy a la mañana tuve que ir a la pequeña casa que cuido para pedir unos pesos extras. Dinero que guardo para un viaje.
Anoche fue una noche de pesadillas. Soñé que con voz afónica trataba de gritar las palabras de mi hermano en la escalera de pie. Sentí en sueños el acoso de las paredes.
EL CUENTO DEL PAJARO
Volviendo a la mañana de hoy, fui hasta la casa, que dias antes dejé cuidadosamente cerrada. Metí la llave en la cerradura y entonces oí algo pegar contra el vidrio, desde el interior.
Decidí no abrir la puerta, me puse en el cesped, tratando de ver en el vidrio algo que no fuera mi reflejo.
Se trataba de una golondrina, que no sé cómo, había entrado y ahora se dedicaba a rebotar contra el vidrio.
Entré, estiré el dedo, y acaso porque estaba pensando en mi hermano, la golondrina voló desde la mesa rustica a mi dedo, se posó en él.
La saqué.
Agité el brazo y la vi volar.

De ser posible enviaría este relato a mi hermano, para que lo convierta en una tarjeta, pero no es posible. Ahora les pido un favor a ustedes, relean la escena del pájaro, pero en lugar de imaginar (si es posible que mis palabras los hagan imaginar.) en lugar de imaginarme a mi, o de imaginarse a ustedes mismos haciendo la ceremonia del pájaro, imaginen a mi hermano; pelo oscuro, ojos azules, camisa uva, CALSONCILLOS.
Imaginenlo a él sacando al pájaro. Después imaginen a la golondrina tomando vuelo, recortandose sobre un cielo despejado.
Casi despejado.

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