sábado, 26 de febrero de 2011

Reunión

Ortega: Lo de la reunión me lo contó Germán, cuando me lo encontré el otro día.
Victor: Bueno, contame. yo no pude ir, cosas de mi novia.
Ortega: Germán tampoco fue, pero a él se lo contó lucho. el tipo está viviendo en capital.
Victor: ¿Quién?
Ortega: Germán, sin embargo se hace el momento, dos veces por semana se viene hasta Moreno. Al bar de Ricaño. Para no dejar de hacerlo alquila película en lo del vibora. Que todavía tiene en vhs y como no quiere pagar recargo se obliga a venir.
Victor: ¿El vibora le cobra? Es un hijo de puta, no nos puede seguir cobrando.
¿jugamos un metegol?


Ortega:Se hizo el viernes a la noche… Se pusieron dos mesas pegadas a la barra, el gordo cada vez quiere moverse menos. Tiene el regulador de luces abajo del mostrador y estaba regulando las luces cuando entró lucho. Lucho no maneja, Lucía, su mujer estaba maniobrando para estacionar.
Victor: ¿tanto para estacionar un fitito en la calle de Ricaño?
Ortega: Ahora está mas transitado todo. La cosa es que el gordo jugaba con las luces, las subía, las bajaba. Cuando entró lucho se iba el último cliente. El gordo le tiró las llaves y le dijo: ¡cerra!. Y lucho: pará que mi mujer está estacionando.
Eduardo, que ya estaba en la mesa con Carla se cagó de risa. ¿maneja ella? ¿Sí, que esperabas?. Y ahí lucho se puso a explicar lo del maltrato. Resulta que como fue maltratado de chico, ahora no puede asumir demasiadas responsabilidades. lo estresan. Es como un síndrome o algo así; algo que está metido en los genes del hombre desde la época del neandertal. Así que manejar es una cosa que a lucho lo estresa.
Victor: ¿y porque el gordo ricaño está tan postrado?
Ortega: ¿Tan postrado? ¡ah! Porque de pendejo tuvo la polio. Estuvo bien cuidado; el padre del gordo era un fenómeno. Murió joven, pero era buen tipo y le dio el mejor tratamiento. Pero mucho no había en esa época.
Para corroborar lo del maltrato lucho se levantó la camisa y mostró algunas cicatrices. Cuando entró Lucía, lucho se paró y le cedió la silla. “Porque una cosa es que conducir me destruya los nervios del estómago. Y otra es el roll”

Ortega: "Se pusieron a hablar del trabajo:
“Lo estoy consiguiendo, dijo Eduardo, quiero que me feliciten, estoy ganando plata con la confección de tarjetas.” Lucía le dio la mano. Carla le pasó la mano por la espalda. – Y de a poco voy dejando las horas a algunos suplentes.
Queremos ver algo”, dijo ricaño, que seguía regulando las luces. El gordo siempre sabe cuando va a llover. Dicen que mostró una tarjeta, algo de lo más común y corriente: amantes en el mediterraneo, un poema cursi estampado, en letras con relieve y brillantina. Nada que no se consiga en el tren. Pero es la pasión del tipo, desde chico que quiere hacer eso. Un día me acuerdo que encontramos una tarjeta en el piso de la mercería de la vieja del gordo. Nadie se quiso hacer cargo de la autoría. Se lo atribuimos a alguna mina. Pero volviendo a lo del viernes, Eduardo dijo:
-los alumnos me apodan el androide.
-Y vos sabés que a él le importa mucho lo que digan. Siempre fue así. La ex novia hizo un comentario por Internet menospreciando el arte de confeccionar tarjetas y a él lo hirió. Estuvo un mes sin confeccionar una sola.
-Ya de chiquito viajabas en el tren- dijo ricaño- con algunas monedas que me pedías a mi y te volvías cargado de tarjetas.
Ya te rompí bien el ojete. no quiero jugar más."
Victor: ¿Vamos a sentarnos abajo del ombú?
Ortega: Excelente idea. Los chicos ya no juegan en las ramas del ombú, están todo el día como pelotudos con las compurtadoras.
Victor: Con mi vieja venía todos los domingos. a veces se formaban laguitos como ese, y me ponía a nadar. da pena ver ese laguito sin nadie.

Ortega: "También hablaron de Dios, o algo así:
Eduardo dijo que Lucas, el que tenía la óptica ambulante, había ido a predicarle.
-¿Cómo mormón o evangelista?- preguntó lucho.
-Mormón.
-Nada que ver- dijo Carla- era testigo de Jehová y vos te hacés el tonto. Sabés bien como son los. Las testigos.
-Siempre los veo pasar por acá- dice ricaño- trajeaditos, las mujeres de colores.
-Son todo una pintura- dice lucho.
-Es tres de enero y andan a las cuatro de la tarde- dice Eduardo.
-El olor a pie que deben tener esas chicas- dice carla. Lucía se rió.- a Eduardo le gusta una predicadora.
-No es eso, carlita, es que los dibujos de las atalayas son una gran influencia para mi arte.
-Y le das cincuenta centavos por revista. Sos de lo más miserable.
-El otro día vimos al hermano de lucía- dice lucho. – en la boca del subte, estaba rodeado de cosas: objetos, una radio, una lata, cubiertos, formaban un circulo y el meditaba en el centro. Hecho un ciruja.
-Puro snob- dijo lucía- no hay nada más lejano del budismo que ser budista en Argentina. Es algo forzado.
¿Y viste que el bar está conectado por una puerta a la mercería de Esther? (no, yo nunca entré a la mercería).De pronto vieron que la luz de la mercería se encendía.
-¿mamá?- dijo ricaño. Eduardo y carla se pararon. Estaban dispuesto a llevar a la viejita a la cama. Pero la luz se apagó.
¿vos sabés como nos curaba el empacho Esther cuando eramos chicos? Sugestión o no, vos entrabas vomitando y salías riendote. Y la sopa de verdura que hacían todos los mediodías los padres del gordo, cuando estaban a cargo del bar. Nos escapabamos de la escuela para tomar sopa. Bueno… en fin. Carla y Eduardo fueron para la mercería.
-no hay nadie- dijeron. Y al rato se escuchó el tango bajito desde la pieza de Esther."

Ortega: "Y entre el alcohol y que se largó a llover… salió la cosa del amor:
-Siempre cuando tenés problemas de riñones te abren una canilla y te meas.- dijo Carla, la lluvia golpeaba las ventanas- ¿me acompañas?-. le dijo a lucía. Fueron para el baño.
-¿hablarán de otros tipos?- dijo lucho.
-La cosa es que duerme con vos.- dijo ricaño.
-¿sabés como se enamoró carla de mi?- dijo Eduardo- El otro día se lo pregunté. No se enamoró porque le hablé de Sartre.
-Vos nunca lo leiste.- dijo lucho- me acuerdo que una vez inventaste un libro del tipo. Era una cosa de detectives, de intrigas.
-Sí, a ella también le inventé un par de libros. Pero ni la conmovió. Dice que lo que la enamoró es que yo, en un momento, me haya inclinado para sacarle un chicle del zapato. Le gustó eso, yo le inventé cosas de Borges, de Cortéz.
-Cortázar.
-Ese, todo eso y a ella la enamoró que yo le haya despegado un chicle del zapato. ¿no es increíble? Digan algo.
Escuchaban vagamente las voces desde el baño. Lucía dijo: “yo lo hago sentír un rey y el a mi una reina, es simple.”
Cuando volvieron las chicas, ricaño confesó que le reventaba la vejiga. Lo acompañaron y dice Germán que dijo lucho que no era mito.
-¿que carajo tenés ahí?- gritó Eduardo- pensé que iba a humillarte trayendote al baño, pero el humillado soy yo.
Eso dijo Eduardo."

Ortega: "vos sabés que amaneciendo la borrachera se va un poco, despues de orinar y eso, pero queda el delirio de las horas que se van acumulando.
Se pusieron a hablar de algo relacionado con la muerte. amanecía pero ellos ni cuenta porque llovía y estaba oscuro:
- Eduardo- contó Carla - cuando era chico. Cuando tenía siete u ocho años hacía incursiones a la velatoria. en un saloncito que está a la derecha de la misma sala velatoria había un cuaderno, algo así como un libro de quejas, en los que uno podía dejar un mensaje para el muerto, para el que estaban velando. entonces Eduardo se metía y escribía (tenía seis años y escribía oraciones enteras). Escribía una frase que expresaba las emociones de los parientes o de las personas que habían amado al muerto. hizo eso hasta que Omar lo cazó de una oreja y lo llevó a su casa. fue durante el velorio de una maestra de quinto grado. la mamá de Eduardo le preguntó a Omar si Eduardo había escrito algo ofensivo, pero Omar no le respondió. A los pocos días se aparece Omar con el pedazo de papel recortado: Esto escribió su hijo, dijo Omar:
-hasta siempre, te vamos a extrañar, estrellita nuestra.
- Ya desde chico tenía talento para la poesía de tarjeta.- dijo Lucía.
- No conocía esa historia- dijo lucho.
- El velorio estaba lleno de ex alumnos de la maestra, tipos casados, con hijos. y ninguno escribió nada. Alguno dijo: El hombre que hace la letra de nene lo dijo todo."
Victor: ¿Como es eso de que perdieron el fitito?
Ortega: Se lo llevó la corriente. Eduardo se asomó por la ventana y vio al fitito flotando. empezó a irse para el lado del río. salieron y el agua les llegaba por las rodillas. Lucho se puso a nadar, en un momento tuvo que agarrarse de la rama de un sauce para no irse por una alcantarilla. Eduardo trató de darle arranque a su coche, pero no hubo caso. así que Lucía agarró una bicicleta, que habia dejado un borracho cliente del bar, y pedaleó. no se que pretendían. el fitito siguió viaje quien sabe hasta donde. ellos lo siguieron hasta la cochería. terminaron todos agarrados de un arbol para no irse con el fitito.
Victor: ¿y la bici del viejo?
Ortega: Se fue a la mierda, acompañó al fitito. al final ricaño y Carla, con la traffic fueron a buscar a los otros tres que estaban agarrados del árbol.
Victor: Es una paradoja. una metafora sobre el tiempo.
Ortega: ¿Que cosa? No, no. Es real. Pasó eso.
Tuvieron que quedarse a dormir en una pieza de la casona y a la mañana ricaño les llevó un plato de sopa de verdura, pero dicen que la sopa ya no es la misma. doña esther ya no cocina como antes. se quedaron mirando las sopas, tenían miedo de que tuviese algún veneno en vez de sal, viste como son las viejas.
Victor: Vamos a devolver los envases. Mañana laburo de mañana.
Ortega: ¿Seguís en Massalin?
Victor: Sí, llueva o truene voy en bicicleta costeando el río.

Una semana después:
Victor: ¿Sabés que vi el fitito?
Ortega: ¿Por que no notificaste?
Victor: Es que fue algo muy raro lo que pasó. Pero desde lejos vi a los pibes que jugaban adentro y saltaban sobre el capó y el techo y los vi identicos a nosotros cuando eramos chicos. Es más, había uno en silla de ruedas que alumbraba con una linterna y daba instrucciones; y me hizo acordar al gordo.





Mientras tanto unos chicos jugaban en el fitito a orillas del río.

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