sábado, 11 de diciembre de 2010

Otra nota desde la reposera

dejo el libro el viejo y el mar a un costado. me pongo a escribir esto en unos papelitos muy chiquitos, es poco lo que escribo sin embargo se me van papelitos y papelitos, estoy en una posición incomoda y la letra es grande y torpe. al libro lo dejé en la parte en que el viejo sueña con tigres que juegan como gatitos en playas africanas. al viejo le llega un viento de tierra pero sabe que es muy temprano todavía, a pesar de que le llega el viento de tierra no se levanta. tendría que levantarme de acá, tendría que ir a buscar mi saco. mi saco viejo de color uva, se los juro, está tirado sobre lo que fue la cama de papá. papá parecía el viejo de la odisea del espacio tirado en ese gran colchón para él solo. tendría que pararme e ir a buscar el abrigo se me está poniendo la piel de gallina, pero no quiero moverme de esta reposera, no quiero dejar de ver el pedazo de cielo que me tocó en gracia, es un trozo chico pero me basta para ver una golondrina posada en un cable y otros dos pájaros persiguiéndose, trinan.
tampoco quiero dejar de escribirles, no quiero dejar de estar con ustedes, no tengo ganas de quedarme solo en esta hora complicada, mágico pero complicado este atardecer de sábado. el barrio se volvió bastante silencioso. cuando yo era chico siempre estaban mis vecinas en la calle, siete hermanas que se lo pasaban en la calle, y eso era bueno porque en casa papá y mamá podían estar peleando o sin hablarse (solían pasar semanas sin hablarse entre ellos y de tanto hacerlo, la costumbre se trasladaba a nosotros), pero todo eso no importaba demasiado si las hermanas estaban en la calle. nunca estaban las siete juntas, pero siempre había por lo menos tres. me acuerdo de la vez en que buscaban una llave, justo a esta hora en que empiezan a encenderse los faroles de la calle. fue como una búsqueda del tesoro en la que participé. repito, tendría que moverme de acá, incluso se me están acabando los papelitos. y está bajando la temperatura, pero no quiero dejarlos. es más si tuviera una cámara le sacaría una foto a los pájaros y después le imprimiría un poema a la foto, no me importa que sea cursi, lo haría, se los juro. y se los regalaría. esta noche voy a transcribirles estas cosas, estas cosas escritas en estos papelitos no van a quedar para mi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario