sábado, 4 de septiembre de 2010

El árbol

En mi vida escuché argumento tan absurdo para no ir a trabajar. Fabio dijo que tenía estrés. Que tenía un síndrome que lo hacia estresarse muy a menudo. Algo que se trae en los genes desde hace mas de ochenta mil años. Mientras se nubla y vamos en este coche de 1.500 pesos voy recordando. Hace dos semanas nos sentamos en un bar con la idea de reconciliarnos; durante la pelea que habíamos tenido yo tiré el anillo- con tanta surte- que se fue por el drenaje. En el momento me gustó que se fuera por el drenaje. Él se quedó con la última palabra pero yo estaba hecha. Lo mío era más que palabras, el anillo se había ido a la mierda.
Vamos por zonas aledañas, este coche no resistiría un control. A la semana de lo del anillo, nos citamos en un bar para definir las cosas. Y nunca en mi vida escuché argumento tan absurdo. Él dijo; el vago dijo:
En otras épocas, hace como ochenta mil años los hombres se veían obligados a salir de sus cuevas (¿y que tenemos que ver...?) dejame terminar. Se alejaban del grupo en busca de fuego o comida. Y cada tanto era perseguido por algún tigre colmillos de sable. (No, no solté la carcajada, así que imaginen cual era mi estado de animo que no pude reírme de la palabra tigre colmillos de sable) el cavernícola corría hasta el árbol más próximo y lo trepaba. Esto lo dejaba en una situación de estrés absoluto. Tenía que pasar la noche en el árbol para recuperar fuerzas. Vos dirás ¿dormir toda la noche por treinta metros? sí, es que la tensión es tan extrema y es tal la tensión que se genera en las fibras.
Me tapé la cara, para mostrarle lo que sentía y de paso para meterme en la oscuridad. Pero él siguió como si nada.
Se estresaban por la enorme tensión y la enorme tensión se debía a la inferioridad de condiciones en las que estaba el cavernícola. El tigre. Colmillos de sable tenía todas las de ganar.
¿Y que tenía que ver eso con nosotros?
Respuesta: cuando sos chico y te maltratan estas en inferioridad de condiciones. Entonces aparece el síndrome y se adhiere a uno.
Resulta que por haber sido maltratado de chico ahora no podía durar más de dos semana en un trabajo. Llegaba tarde; se quedaba dormido en horas de trabajo, no soportaba las presiones, etc.
Ahora tiene un trabajo, ese día en el bar me lo dijo. Ayuda en un reparto de garrafas. Lo conseguí y está vez prometo mantenerlo, dijo. Después decidimos empezar con las compras. Y en eso estamos. La primera adquisición fue este coche. También un sillón que el padre de Fabio se va a encargar de tapizar. El papá de Fabio es tapicero y trabaja a cortina cerrada; lo que mas ama en la vida es cirujear. Se pasa el día juntando cosas de la calle y metiéndolas en su taller. Junta desde cueros y charcazas de televisores hasta amistades. Creo que debe tener algún otro síndrome de cavernícola.
Con la madre de Fabio me llevo espectacularmente. Aunque sospecho que ella fue la que habló en algún momento sobre esa teoría absurda y después su hijo la tomó. Fabio me dijo que el síndrome se lo había diagnosticado una psicóloga, pero que yo sepa; el nunca. La madre de Fabio es una mujer muy trabajadora e instruida. Cuando la conocí me sorprendió que una sola persona pudiera leer tanto. Tenía una biblioteca llena de anuarios de selecciones y los había leído a ¡todos! no entendí que hacia una mujer así con un piruja. Me gusta que Antonia sea mi suegra. Para la última navidad me regaló una hermosa tarjeta. Ella misma la había confeccionado, se da maña para todo. Decía:
Renovar la fe y la esperanza en cada uno de nuestros sueños, día a día con amor y trabajo, dando lo mejor de nosotros. Con AMOR, claro, pero también con TRABAJO. ¿Entendés, Fabio? No se si dije eso en voz alta porque Fabio me mira. Me pide la franela.
Después me regaló una pequeña pintura de un vallecito. Una nena se columpiaba, un hombre volvía a su casa después de una jornada laboral. Eso pido yo, no más. Que salga a las nueve, vuelva a las siete. A disfrutar- en verano- un buen pedazo de tarde libre.
Paramos el coche frente a una compra venta. Está en medio de una calle de tierra.
El resto es todo quintas. Hay un alambrado y un patio. En esta compra-venta pueden conseguirse desde televisores y heladeras hasta canoas e insumos para aviadores.
Empujamos la reja y entramos. No hay nadie. Las cosas que pueden ser afectadas por la lluvia están dentro de un local vidriado. Fabio mira unos secarropa de 200 pesos.

- ¿estás cansado por tanto manejo?
- quiero que esto sea, ameno.- me dice.
Esperamos que alguien salga de algún lado y que nos atienda. La puerta del local está entornada y entramos. Hay pasillos con televisores, estanterías con radios. Uno de los televisores parece tener pantalla plana. Fabio se acerca y huele la carcaza de un televisor. Afuera llueve. ¿Por que los olés? mirá, fijate. Sentí olor a quemado. Y en el siguiente olor a musgo. Hay que tener cuidado.
¿Por que no nos atienden? nos acercamos al mostrador. Golpeamos las manos. ¿Donde estará el empleado?
Fabio se acerca a un sillón, es de pana, dice. Y observa la calidad del tapizado, le pasa el dedo. Mira y admira.
¿Que le pasa? ¿Quiere decirme algo? con un gesto me invita al sillón. Lo usamos de sala de espera. Nos besamos, está bien así, pero no le haremos algún daño al sillón. No estamos en condiciones de pagar por un sillón de pana. Quiero decir. Pero el me besa. Difícil hablar mientras a una la besan.
¡De no creer, de no creer! nos dormimos en el sillón. La tarde se prestó y nos dormimos. Me despierto primero sin saber donde estoy. Estoy rodeada de artículos para el hogar. Miro la calle. Un hombre de campera y gorro empuja la reja. Lleva un termo en la mano. despertare. Viene alguien. El hombre del termo se sorprende al ver todo abierto. ¿Que pasó acá? nos mira. Le explico todo, todo estaba abierto, queremos comprar algo para nuestra casa y nadie nos atiende.
- ¿yo dejé abierto? fui a comer algo. Con mi esposa y. como no venía nadie. Pudieron llevarse todo, equiparse la casa y llevarse la caja también.
Pasa al otro lado del mostrador. No se que pensar. El hombre recorre el local con nosotros. ¿No nos hace una rebaja? portarse de maravilla no sirvió de nada. La próxima que nos veamos en una situación así no vamos a dejarla pasar. Cargamos todo lo que podemos y chau. Pero estas cosas se dan una sola vez en la vida.

Con un televisor en el baúl vamos por el camino de tierra. Dando saltos por las piedras del camino. Fabio vive en el barrio policial; no entiendo porque se llama así, con suerte debe haber dos policías y uno es privado. Todo es campo. Tenemos las ventanillas bien cerradas para que no entre la lluvia.
Silencio.
- voy a dedicarme a la tapicería. Independiente, es mejor.- dice Fabio.
- ¿qué? significa que dejaste.
No está bien. Eructa y dice:
- no quiero que peleemos más. Te amo.
¿Está drogado? me tapo la cara. No se por cuanto tiempo permanezco así. El coche pierde el trayecto y se mete en el campo, entre los pastizales. Quedamos a pocos metros de un árbol. La frente de Fabio esta contra el volante. ¿Es el coche que nos está matando? el vendedor nos había dicho algo, el coche tiene una perdida de. Siempre una hendija. Tendría que mover la mano para abrir la puerta. Pero en vez de eso me vomito, así sin más. Sobre el mentón, sobre el abrigo. Y el árbol lleno de buen aire tan cerca.

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