sábado, 4 de septiembre de 2010

Manzana verde

¿Nunca soñaron que volvían a la casa de la infancia? ¿A esa casa en la que pasaron deprimentes tardes lluviosas de sábado viendo siglo 20 cambalache? Esto es parecido.
Papá volvió. Poco a poco se fue instalando en casa. Empezó a venir porque no tiene tele en la casa que alquila. Y no tenía forma de ver los partidos. Un sábado a las dos entró. Empieza el torneo; dijo y se instaló en el sillón. No se si no hubo goles o que, pero se mantuvo en silencio.
"papá no es un mal hombre, pero le cuesta decir las cosas". Los jueves doy clases en un curso de ancianas. Hoy abrí la boca y me salió esa frase. Supongo que quería hablar sobre todo esto con mis viejas sabias. ¿Qué les importa a ellas la informática y los hackers?
Un día papá estuvo por decirnos que nos quería; estaba sentado en la banqueta de la cocina, se alisó el pantalón, se acercó a mamá.
Me cuesta contar estas cosas, es algo que se lleva en la sangre supongo. Si supieran el esfuerzo sobrehumano que hice para hablarlo con mis alumnas de los jueves, pero en un momento las palabras fluyeron.
Papá las tenía todas, dije. Una vez llegó borracho a casa. Yo no vi la escena, pero mamá me lo contó jactándose. Papá se había colgado, no se como, de la puerta del baño y había vomitado. Después se las vio feas. Son las salchichitas, decía mientras mamá se la daba. Una de las ancianas dijo: tu mamá hacía mal en contarte todo eso.
Entiéndala, señora, dije; mamá no tenía amigas.
Papá se enamoró de una chica de mi edad. Una chica con un olor muy fuerte en la piel. No se si era que comía mucho picante ya que tenía algo de mexicana. No sé. Era simpática y a los hombres grandes les gustaba mucho. La chica pasó el rato con papá. Él se sintió avergonzado cuando eso terminó, pero pasó el tiempo y poco a poco volvió a vernos. Anoche se quedó a dormir en el sillón.
Yo se que papá nos quiere, pero no puede decirlo, dije para todo el curso; como si fuera un concepto fundamental de la materia. Entonces una viejita que debe tener un tatuaje escondido por ahí dijo: hay que apurarse, porque un día nos comen los gusanos. Ella comía una manzana verde. Por eso se le ocurrió eso del gusano.
Desde mi lugar veo los pies de papá sobre la mesa ratona. Mamá se puso delante del televisor.
- De esta casa me sacan con los pies para adelante.- dice papá.
Mamá lo degrada, claramente. Entonces papá tira un vaso contra la pared y se levanta. Se escucha un trueno y yo pienso en la manzana verde. Terrosa, jugosa. Papá me está mirando. Fijo la vista en la mesa lustrada. La manzana verde crece en mi cabeza como un globo. Escuchó la puerta, entonces me levanto.
¿A donde vas? dice mamá.
Un día con papá nos perdimos en un bosque. Se venía una tormenta. Los arbustos se movían. Son liebres, dijo papá y yo me sentí como en el camping. Después él escaló un monte y separó una maraña de ramas y hojas. Con su mano lastimada me indicó que subiera. Le hice caso y ahí estaba el mar abierto para nosotros solos.
Estoy parada bajo el umbral. Él se tapa la cara. Pero no es nada, sigue caminando.
Ya hay olor a tierra mojada. ¡Cuando era chica me gustaba tanto el olor a tierra mojada!

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