martes, 5 de junio de 2012

TODAVÍA EN CASA Cuesta arriba la casa marcaba el final del camino, hasta acá llegaste, decía. Había una reja bajita y el jardín era una protuberancia con lunares rojos, lilas, azules, naranjas. Al verla se tiene la impresión de estar en Tandil, o en las sierras, pero detrás de la casa no hay una sola montaña. Fin de la calle, fin del mundo. La construyeron gracias a un credito blando; las paredes revocadas sin pintar, la puerta conserva el nailon del envoltorio. La casa estaba desnuda. Por dentro, solamente el living -lugar donde se comía y cocinaba- tenía piso de ceramica. La escalera llevaba hasta el único ambiente cálido de la casa: el pasillo de la planta alta. Nicolás puso algunos troncos de quebracho en la salamandra y volvió a la cama. Jimena dijo: - Tendría que haber aprendido a dibujar en perspectiva. Quiero dibujar la casa y no me sale. clop clop la gota en la bañera y tan tan la gota en la pileta de la cocina. - Hay tapones para piletas, pero no para caniyas- dijo Nicolás- A lo mejor tendríamos que cerrar la llave de paso. Estaba recostado, de espaldas a ella. Ella apoyada en el respaldo. - ¿porqué no me escuchás cuando te hablo? ¿Nadie está listo para vincularse...? A Jimena le gustaba dibujar casas e imaginar una familia que vive dentro. Una frenada seguida de un estruendo rompió el silencio. Nicolás se levantó dejando salir los olores debajo de las sábanas. Se acercó a la ventana. Vio un BMw estampado contra un volquete. - De no ser por el volquete lo tendríamos adentro...- dijo él. Un hombrecito salió tambaleandose del lado del acompañante. - Si es el hijo de puta que juega picadas se lo tenía merecido. - dijo Jimena. Dio dos palmadas en el colchón. Nicolás se quedó mirando hasta que llegó la policía. Volvió a la cama. Jimena aprovechó las luces cambiantes que venían desde la calle para hacerle el amor a Nicolás. - Quiero tenerte por sesenta y dos años más.- dijo ella. Él cerró los ojos, la luz azul le daba en la cara. *** Afuera trabajaban policías y enfermeros; un tipo de sobretodo tomaba notas. - Debo ser una más de tus putas, ¿no?.- dijo Jimena fumando contra el respaldo- Esa es la forma que tienen vos y tu amiguito Kuorum de pensar...Creen que el mundo es un shopping de mujeres. Cambian de puta como de rollo de papel higienico. - Kuorum sí, yo no. Nicolás se arrepintió de haber hablado y de no seguir fingiendo que dormía. Jimena dijo: - Amigos... dije ¿amigos? ¿Qué saben ustedes lo que es la amistad?- tironeó de la colcha- ¡dame más! ... Te quedaste bien calladito cuando te dije lo de los sesenta y dos años, eh... Tenés pensado borrarte. KUORUM Y VALLECA La municipalidad le dio un valdecito playero, una palmada en el hombro y lo mandó a trabajar, por casa y comida. El muchacho contratado llenaba el valdecito en el grifo de la plaza y, con el valdecito cargado a tope, regaba los canteros de flores. - ¿Porqué no le dan una manguera?- Preguntó Nicolás, estaba sentado en el banco. La camisa fuera del pantalón, el saco en la mano. - Es mejor mantenerlo ocupado durante muchas horas, si le dan una manguera termina en dos minutos y se pone a pensar... a pensar en la falopa.- Dijo Kuorum. Esperaban a Valleca; para entretenerse cruzaron los dedos para no dejar cagar a un perro. La plaza al atardecer era tranquila, solamente pasaban personas cuando llegaban los trenes. Después, de nuevo la paz. - Creo que Jimena está embarazada. Kuorum se tapó la cara, se acordó de Jimena fumando un Parisien e insultando al lavarropa. - Era un romance pasajero, hermano- dijo Kuorum- ¿porqué no te saliste a tiempo? Se rompió el lavarropa, Nicolás, ¿qué parte de "Se rompió el lavarropa no entendés? ¡Qué mujer! Kuorum la había visto una vez, pero ese tono de voz lo perseguía. Esa manera de acentuar... - Valleca...- dijo Nicolás. Valleca venía saludando desde lejos. Se había decolorado el pelo. - Me impusieron una chica en la fotocopiadora- dijo Valleca- la maldita municipalidad no me deja levantar cabeza. - Pero según tengo entendido la municipalidad se encarga de pagarle. ¿O no?- dijo Nicolás. - Sí, pero es muy fea. Y siempre está en el medio del paso. Kuorum dijo que había fracasado como empleado de la construcción y ahora estaba sin trabajo y sin un lugar donde pasar la noche. - Siempre tenés tu lugar en la fotocopiadora- dijo Valleca y le dio las llaves. - ¿Está cerrado ahora? Son recién las seis... cerraste muy temprano. - No me controles..., es que la empleada se pegó un golpe tremendo- dijo Valleca.- se me cruzaba a cada rato. Todo el santo día en medio del paso. La empujé sin querer y se dio la frente contra la punta del mostrador. - ¿La dejaste...?- preguntó Nicolás. - Durmiendo, tiene una colchoneta en la parte de atrás. - ¿La dejaste durmiendo? ¿Después de un golpazo en la cabeza? Voy para allá...- dijo Kuorum. El negocio estaba a media hora de viaje en tren. Kuorum se fue, Nicolás compró dos latas de Pepsi y se quedó charlando con Valleca. Le habló de su trabajo como profesor y de que pensaba renunciar. Valleca le dijo que se tomara licencia. Él dijo que sería un castigo pasar el día entero con Jimena; y Valleca le dijo: "Ponete el traje y salí a caminar..., alquilate alguna pieza por ahí y lee, mirá televisión, escuchá radio, pajeate como loco." - No quiero ir a casa.- Dijo Nicolás- Hagamos tiempo en un hotel. - ¿A un tres cucarachas?- dijo Valleca. *** Mamá, mamá... La voz llegaba desde la parte trasera del locál. Desde esa parte a la que llamaban cucheta. Hacía años que Kuorum no entraba a la fotocopiadora. Abrió uno de los cajones metálicos y se quedó mirando... cuando era chico y los papás peleaban duro, Kuorum usaba el locál como refugio. Encontró una regla de las que tenían un buzo nadando entre peces de colores y brillantina. Se acordó de la escuela; tantos años para tres o cuatro recuerdos: el olor a pared húmeda; la mamá agitada entrando al salón con esa regla y diciendo: "hijo, te la olvidaste". A Kuorum se le hacía nudo en la garganta porque muchas veces la había maltratado... sin embargo ahí estaba ella con la regla que él se había olvidado. En el cajón también había cajas de banditas elásticas... alguna vez Kuorum las había usado en la muñeca y le habían cortado la circulación. Sobres para cartas amarillentos; toda esa mercadería era vieja, Valleca se dedicaba a las fotocopias. La mercadería llevaba años en los cajones. Kuorum pasó a la cucheta. La empleada estaba soñando, gritaba: mamá, mamá. Se dio vuelta y quedó expuesta, exhibiendo el culo. Si es fea, lo será de cara. porqué... Basta, Kuorum, pensá en otra cosa. Ponete nostalgico de nuevo. La chica se reía, ¿Con qué soñaba? Kuorum se agachó, acercó la mano hasta que las yemas de los dedos hicieron contacto con la piel tibia ... Ella reaccionó, tomó el pantalón que había dejado a un costado, se cubrió... Cierto es fea, fea de cara y tiene un huevo horrible en la frente. - Calmate, calma.- pidió Kuorum. Ella no dijo nada. *** - "El amor es una actividad física tan descuidada como todas las demás"- dijo Valleca- Pero vos me gustás. Debés ser el único profesor que tiene los pantalones manchados. Siempre andás con el saco colgando, para tapar la cremallera, para tapar las manchas del pantalón. Eso me seduce. Me gusta tanto la forma en que te hacés el amor, como si fueras dos personas. Cuando eras chico ibas al terreno de Yañez y la emprendías con vos mismo, siempre tan solo. Estaban en la cama del hotel, tomando Pepsi, Valleca siguió contando, a Nicolás le gustaba escuchar como hablaban de él: - El otro día aventuré una visita a tu casa- dijo Valleca- la vi a Jimena en la parada del colectivo, calculé que se iba a visitar a los padres y pensé que vos estarías solo. Fui hasta tu casa en mi vieja bici inglesa, llegué a tu casa que parece sacada de un jueguito de nintendo, o eso me pareció porque me había tomado una pepa..., pasé el jardín y abrí despacito la puerta, Jimena la habría dejado abierta. Quise sorprenderte. Subí las escaleras en puntas de pie, y entonces te vi: desnudo, arrodillado, parecías un guitarrista, un rockstar haciendo un solo... estabas de espaldas, movías la cabeza, te agitabas, hasta que llegaste hasta el climax del solo, te tensaste y después caiste. Fue hermoso ver a alguien amarse tanto. No había whisky ni cocaina, solamente vos, con tu fantasía. Me quedé un momento más, me preocupaba tu ritmo cardiaco, te veía tan extenuado. Levantando las piernas, poniendolas contra la pared. - Lo aprendí de los peregrinos, hacen eso para poner en orden el ritmo del corazón.- Dijo Nicolás. *** Afuera oscurecía y Nicolás tenía que volver, cuesta arriba a su casa. Jimena lo esperaba. Valleca se vestía, ambos se abrigaban y abrigados se besaban, cayeron de nuevo en la cama como Kuorum y la empleada caían en la colchoneta. Jimena estaba en la cama, había tenido los síntomas del embarazo y ahora apretaba los dientes, sabía donde estaba Nicolás. - Distancia, suficiente- dijo Valleca- Jimena debe estar esperandote. Sonó el telefono de la habitación. Nicolás levantó el tubo y pidió una hora más. Valleca meneó la cabeza. Una hora después, Nicolás iba cuesta arriba, a su casa. Las piernas agotadas. Levantó la vista: La sombra de Jimena estaba en la ventana. Nicolás pensó en retroceder, pero apretó el paso y siguió. La noche pasó en armonía. No hubo accidentes en la calle, en la cuadra no ladró ningún perro; Jimena fingió creer las excusas que Nicolás ponía para no hacer el amor. Ella se durmió temprano, sin cocinar. Nicolás se quedó mirando el cielo por la ventana. *** POSEIDO Había mucho viento. Persiguiendo un papel de alfajor Kuorum llegó hasta la casa de Nicolás, por segunda vez iba a visitarlo. Jimena limpiaba el jardín: - Pasá- dijo ella- no se que carajo le pasa, pero no regula. Pasa de la risa al llanto, le chorrean las lágrimas y los mocos. Fue idea mía llamarte. Creo que le va a hacer bien hablar con vos. Igual decile que viniste por tu cuenta. Kuorum notó que lo del embarazo era cierto. Dos meses habían pasado desde el día de la plaza. Kuorum se limpió los pies en la alfombra de entrada, sentía la mirada de Jimena. Subió las escaleras de la casa soleada. Carajo, qué casa de mierda... que deprimente. Las paredes raspan..., se llena de polvo todo el tiempo. Esa mujer es una bruja y no tiene ni un poco de carne, ¿dónde te metiste, nick? ¿Una salamandra? ¡No calienta un metro cuadrado! Desde la pieza llegaba algo de música... Elthon John. Encima a este barrio de mierda, alejado del mundo, no llega una emisora de radio decente. solamente radios locales ¡qué deprimente! Empujó la puerta y entró. pffff...¡la vida en pareja! ¿cómo se sostiene el amor a pesar de Los pedos? Este tipo no está bien del estómago. El amor y los pedos, un buen titulo para un libro de poemas. La pieza tibia, el aire dulzón y un poco ácido. Kuorum volvió al pasillo y se mordió el puño para no hacer una arcada. Volvió a entrar. Nicolás estaba con la cabeza en la almohada, los ojos bien abiertos. - Valleca dice que soy un poco falso- dijo Kuorum- porque no tengo un buen concepto de tu novia, sin embargo le hablo como si nada. Caminaba por la habitación, levantando los adornos, mirando los retratos. - Abrí la claraboya- dijo Nicolás. La habitación tenía baño propio, y desde la cama se veía la claraboya que servía de ventilación. La vista de la claraboya daba a las terrazas de algunas casas vecinas. - En verano deben poner piletas en las terrazas- dijo Kuorum.- desde acá vas a poder ver mujeres de verdad, no como esa cucha de perro que tenés. - ¿Cucha de perro? - Se olvidó de la pastilla justo cuando conseguiste el cargo. TRRRRRRRING, sonó el despertador que Kuorum manoseaba. - Dejá eso- dijo Nicolás- Anoche hablé en un idioma raro, algo parecido al sánscrito, o al francés. Como si mi boca hubiese tenido voluntad propia. No pude retener nada de lo que dije. Tu viejo trabajó con heladeras ¿no? - Sí- dijo Kuorum- pero ¿qué tiene que ver? Kuorum se sentó en una banqueta y Nicolás se apoyó en el respaldo de la cama. - ¿Te acordás como se puso Valleca cuando llevaron esa heladera en la que había muerto una nena? ¿Te acordás que la poseyó el espiritu de la nena? Creo que a mi me pasa lo mismo. Ayer Jimena escarbó el jardín y encontró unas botellas antiguas. - No seas imbecil. Lo que hacía Valleca era puro teatro: se levantaba los parpados, ponía los ojos blancos. Era una estrategia para abusar de nosotros un rato. Decía: no soy Valleca, Valleca se fue, soy Yana... ni siquiera daba un nombre posible. Inventaba nombres norteamericanos. Masticaron chicles. Nicolás quiso seguir durmiendo, así que Kuorum se fue. Bajó las escaleras, aliviado. En el jardín Jimena arrancaba la última flor. - Es lo único que me faltaba.- dijo ella- Se cree poseído, cree que habla dormido, pero no habla ni cuando está despierto. De noche respira fuerte, nada más. Pero no dice nada. Se despidieron mientras Jimena salía a tirar el montón de flores al cordón. *** Kuorum compró medialunas y las llevó a la fotocopiadora, no había clientes, podrían desayunar tranquilos, Kuorum, Valleca y la empleada. - ¿Para que tantas medialunas?- preguntó Valleca. - Para Norita... - ¿Norita? - La empleada. - Ah, se fue. La vino a buscar un indio como ella. Un apache. - ¿Apache? Será un mapuche. - Que se yo, uno de esos indios con trenzas. Tenía aire intelectual, anteojos de marco rectangular. El mapache dijo que la teníamos en condiciones deplorables y que nos iba a denunciar. Y en parte es cierto... ¿a vos te gustaba? ¿Te estabas enamorando de ella? Pero si era tu novia, ¿Por qué no se la presentaste a mamá? Siempre la dejabas durmiendo acá. - No era mi novia. No era nada... - Te ponés colorado... Por un lado mejor, mejor que se vayan a tiempo, antes de que uno termine encarcelado con ellas... como Nicolás con Jimena.... - De todas formas- dijo Valleca- la india tenía algo con el Piel roja. Un romance. No sabés como se puso cuando lo vio. Como si se hubiesen buscado durante años. VISITA A LOS PADRES Después de 43 minutos de viaje en colectivo y 28 de caminata por los barrios, Jimena llegó a casa de sus padres. Hubo un misterio con el piano que sonaba sin que nadie lo tocara, Jimena había pensado: está embrujado, hasta que lo abrió con miedo y descubrió a las cucarachas en las cuerdas... pero eso había sido siete años atrás, justo antes de aquellas vacaciones en las que Jimena, su papá y su hermano habían salido de viaje en casa rodante. Anduvieron por rutas. Padre e hijo se turnaban para el volante. A veces detenían la casa rodante en un camping, y salían a caminar. Caminaban bajo las estrellas, por la banquina de alguna ruta. Era una forma de hacer la digestión. En una de esas caminatas el hermano de Jimena notó en una zanja algo raro. Fue, y vio un cuerpo boca abajo..., el chico lo volteó; el padre dijo: "No lo toques", y él respondió: "Tarde, ya le saqué la bolsa de la cara, boludo..." Nunca había visto una chica tan hermosa. Un mechón de pelo entre nariz y boca emulaba un bigote. Gracioso. Se dio cuenta de que había muerto asfixiada y le acarició la mejilla. El padre, que los miraba, sintió tristeza. Como de la nada apareció la policía, los detuvieron, los acusaron y los metieron siete años en la carcel. Ahora estaban de vuelta. Jimena veía a su padre por la ventana del patio. Con una vara el hombre azotaba al doberman que estaba atado al árbol. - Cuando baja el sol se dedica a eso- dijo el hermano de Jimena. - Todavía no baja el sol- dijo Jimena. - A veces me pide que lo haga yo, mientras el hace otras cosas. - Le encantaban los animales. Los perros, los gatos. ¿Qué le pasó? El piano empezó a sonar de nuevo... las cucarachas seguían ahí. - La pasamos mal, Jimena. - No seas mentiroso. Tenían metegol y televisión... - Pero hubo peleas de cuchillo… - Cuchillitos de plástico… cuando era chica me peleaba con mi amiga y nos raspábamos los brazos con esos cuchillitos… *** Nicolás se sacó la camisa color uva, se lavó la cara y se miró al espejo. No tenía ojeras. Mojó un pañuelo descartable y se frotó la mancha del pantalón. Cuando escuchó la puerta de la calle salió del baño, apagó todas las luces y se acostó. Jimena entró a la pieza ¿Cómo estuvo el aquelarre?, pensó Nicolás. Con el rabillo del ojo vio a Jimena desnudarse sin el menor erotismo. Ella se acostó, tiró de la colcha... "Dame acá, te crees que no se que te hacés el dormido." Un rato después ella dormía. Nicolás usando el meñique y el pulgar como pinzas la destapó y la miró. Prefería eso al contacto físico. Siempre te la estás emprendiendo con vos mismo... Jimena se tiró un pedo. La vibración de la cama hizo que ella despertara. Giró el cuello: - ¿Qué hacés? ¿Qué mierda estás haciendo? Saltó de la cama y se metió al baño dando un portazo. ¡Estás totalmente enfermo!, grito desde el bidet. - Pero... si no te toqué. - ¡Con más razón! Ella volvió a la cama. - Pobre de vos que te agarre haciendo eso otra vez. Nicolás se levantó, para cubrirse del frío se puso una campera..., tomó la biblia, entró al baño y cerró la puerta. Se sentó en el bidet. Tres cosas pasaron esa noche: 1) Leyó y leyó, lo imaginó todo: Una noche profunda de luna llena en Sodoma, los habitantes corriendo desesperados por las calles empedradas, chocando contra las carretas, jarros de leche cayendo al suelo, leche mezclada con sangre... después escuchó con claridad la voz de Jesús diagnosticando posesión múltiple al hombre que se paseaba desnudo por el cementerio. Fue una lectura plena y vívida. 2) Pensó en lo que había pasado con Jimena, sobre todo en ella levantándose y caminando desnuda hasta el baño; en el camino se había pasado la mano por el culo y había puesto cara de repulsión. Evocó esa imagen varias veces. 3) Se durmió y soñó que viajaba en tren. Sentado, mirando el paisaje que daba saltos como un disco rayado. En un momento una mujer del altiplano se sentó al lado, con un bebé... el tren pasó de vacío a lleno, por la ventanilla se veía un show de fuegos artificiales. ¿Fin de año? Antes de fin de año tenés que escaparte... El bebé eructó fuerte y vomitó sobre el pantalón de Nicolás. Cuando Jimena abrió la puerta, él leía..., o dormía, o se tocaba. Levantó la cabeza. Ella le señaló la mancha en el pantalón y se fue. - Me... vomitó un bebé... Nicolás recordó que no iría a trabajar, lo esperaba una misa de Iglesia Universal; se frotó las manos. Sonrió al espejo y agradeció a Dios... muchos pajaritos cantaron en la pálida madrugada. *** Desde un telefono público llamó a la escuela: "Tengo que llevar a mi esposa al ginecólogo", dijo. En la iglesia universal recuperó el sueño despuntando una siesta en un rincón oscuro y cálido..., el pastor bajó la voz, cerró unas cortinas, lo dejó dormir mientras hacía los preparativos para la misa del mediodía.

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