domingo, 9 de diciembre de 2012

ESPERANDO LA CARTA cuando era chico escribí un cuento en una noche de mucha tormenta. mi mamá lo leyó a la mañana, antes de irse a trabajar y me dejó una carta junto al cuento. se dio cuenta que era sobre ella. sobre sus dos trabajos, y de como se esforzaba para que yo pudiera tener juguetes y libros de historietas. ahora se me ocurre otro cuento, pero no voy a esperar respuesta de mamá. no es que se haya muerto, pero igual anda en el paraíso, en una Combi hippie, con un grupo de beatlemaniacos. el cuento es sobre otra persona, y es algo así: es una tarde de muchísimo calor y un muchacho (yo) se acerca a un teléfono público, no tiene celular, no tiene casa y está sin trabajo. marca el número de Noelia. ella escucha la voz, dice el nombre del muchacho. él le pregunta si está ocupada y después si tiene algo de plata. claro, tengo, dice ella. ¿necesitas? no, dice él, pero me vendría bien que me invites a comer algo, dos medialunas con café con leche. estoy sin desayunar. sí, claro, dice Noelia. ella lleva algunos días sin saber de él; ya en el bar, medialuna y café con leche, aire acondicionado, él la pone al tanto de todo: está sin casa, sin trabajo, y con la plata muy justa, pero zafa. ella le pregunta por qué te enojaste? qué pasó esta vez y entonces el le dice que escribió un cuento, miente, no hay nada en papel, pero tiene la idea y se la cuenta: Eliana cita a Gerardo en un bar, para contarle porqué cortó toda comunicación con él por una larga cantidad de días. le dice que está enojada y le menciona las cosas que pasaron entre ellos últimamente. las cuenta lo más objetivamente posible. Gerardo tiene que ir al baño, antes de levantarse explica que está viviendo en una casa donde tiene poca privacidad y no se siente comodo yendo al baño, así que aprovecha los bares. en la silla de Gerardo se sienta un croto, Eliana mira al mozo, es raro que no se acerque a sacarlo. el croto le dice que es una especie de ángel, le dice que tiene la capacidad de conocer las intenciones de las personas, las concientes y las inconcientes, o sea que puede saber más de uno que uno mismo.

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